Desde que un ultrasonido confirmó la presencia de tres embriones en el vientre de Aura Quesada Rivera, una humilde mujer desamparadeña, las atenciones de ginecoobstetras, ultrasonografistas, microbiólogos, y pediatras se volcaron hacia esa madre, cuyas hijas nacieron el sábado en la clínica Bíblica.
Sin nacer, esas chiquillas le robaron el corazón a todos cuantos tuvieron que ver con ellas, al punto que esta madre, de 34 años de edad, no tuvo que pagar un solo céntimo por su consulta prenatal, sus constantes ultrasonidos, exámenes de laboratorio, medicamentos; tampoco por la cesárea que le practicaron, de emergencia, el sábado por la noche en ese hospital privado.
Pero no solo la clínica actuó de esta forma tan altruista, pues tampoco los cuatro médicos que estuvieron vinculados con el caso cobraron honorario alguno, pese a que tuvieron que salir de sus casas el sábado a las 8:30 p.m. porque una llamada les alteró el fin de semana.
Carlos Orozco, Mohammad Abed, Gerardo Broutín y Rafael Salazar Portuguez tenían previsto operar a Aura hoy, a las 7 a.m., cuando cumplía las 36 semanas de embarazo, pero las membranas que recubrían a las trillizas no pudieron más; se rompieron y la paciente comenzó a perder líquido amniótico.
En estos casos y ante el riesgo de infección, los médicos deben proceder a inducir el parto o a practicar una intervención quirúrgica como sucedió con Aura.
El motor de esta acción fue Salazar Portuguez y todos se unieron al unísono a su pedido: desde la casa farmacéutica Roche que suministró todos los medicamentos, hasta los equipos de las clínicas Bíblica y Virgen de Loreto en Pavas.
Este médico tuvo la sospecha inicial de que en el vientre de Aura latía más de un corazón. Así, desde que su colega Gerardo Escalante López confirmó la presencia de trillizos, mediante ultrasonido, empezó a motivar a sus otros colegas y a mover cielo y tierra para que a las bebés no les faltara nada.
Incluso en marzo, cuando tuvo que recomendarle reposo absoluto con el propósito de que el embarazo avanzara sin complicaciones, decidió hacer los controles prenatales en el domicilio de la madre; el objetivo era una solo: Maricruz, Brenda y Monserrat tenían que nacer bien y lo logró.