El Ministerio de Ambiente y Energía adelanta planes para renovar la flotilla vehicular del transporte público. La buena noticia no es la posibilidad de contar con autobuses y taxis nuevos, sino el estímulo incorporado a los planes para que los empresarios adopten tecnologías menos contaminantes.
El propósito inicial es sustituir 12.000 taxis y 4.000 autobuses de la flotilla actual por vehículos con motores eléctricos, de gas o híbridos. Tal transformación exige, en primer lugar, una labor de convencimiento. El plan piloto ejecutado en San José ya demostró una reducción del 30% en los costos.
Incorporar un incentivo al precio de los vehículos es también importante. Con ese propósito, el Ejecutivo planteó al Gobierno de Japón la necesidad de otorgar a Costa Rica el trato más favorable. Si la propuesta es aceptada, los vehículos costarán aquí tanto como en el mercado donde más barato se vendan. La importación, desde luego, se hará libre de impuestos.
Un tercer factor es el financiamiento. Para facilitarlo, Japón estudia la posibilidad de darle al país una línea de crédito que el Estado trasladaría, por medio de sus bancos, a los empresarios del transporte interesados en adquirir vehículos japoneses de tecnología limpia.
El cuarto factor de importancia es la competencia. Costa Rica es un mercado cada vez más abierto y no debe atarse a un solo proveedor. Con el propósito de ampliar la oferta, Corea y China recibieron propuestas similares.
Como complemento, Costa Rica ofrece reducir los impuestos a los vehículos de uso particular impulsados por tecnologías limpias si los países exportadores acceden, también en esa línea, a darnos un trato favorable. La desgravación será proporcional a la reducción de precio concedida por los fabricantes.
Aparejada a un sistema de tranvías eléctricos como el promovido por la Municipalidad de San José, la propuesta del ministro René Castro podría transformar la cara de nuestras principales ciudades y confirmar la vocación ambientalista del país a los ojos del mundo.
A pesar de esa vocación, estamos lamentablemente atrasados. Los vehículos limpios son una realidad en muchas ciudades del planeta, incluso en naciones menos bendecidas que la nuestra con abundancia de recursos energéticos renovables, todavía no explotados a plenitud. En Bogotá, Colombia, el alcalde añadió al paquete de incentivos el levantamiento de la restricción vehicular a los automóviles impulsados por electricidad, no importa cuál sea su número de placa. La inmediata adopción de una medida similar en San José sería buena señal de la esperanza depositada en un futuro que avizoramos con justa impaciencia.