¿Qué ‘jue’ aquello? Nos quedamos con el ojo cuadrado la semana pasada cuando observamos una (a nuestro juicio) desatinada iniciativa de Repretel que, en un intento por apoyar a la Tricolor, hizo un sancocho y puso a sus periodistas y comentaristas al nivel de ‘cheerleaders’ de la Sele, para peores, con Pinto al frente.
El tema se las trae no solo en un asunto de fondo, sino también de forma. De fondo porque a cuenta de qué se rompe esa línea entre el periodismo y el aficionado y, de rebote, entre los periodistas y una fuente primaria como lo es Jorge Luis Pinto, el timonel nacional, a quien sinceramente preferíamos en su otrora papel de ogro antes que el de cuasi-bufón.
El apoyo al equipo patrio es muy loable y cada quien puede manifestarlo como quiera, pero en el caso de la prensa deportiva, debe guardarse una distancia prudente, jamás armar una charanga sin pies ni cabeza bajo el lema de “Creemos”. Fue extrañísimo, por ejemplo, ver el
Y si hablamos de forma, válgame Dios, aquello parece una pésima parodia de las escenas del Chavo y la Chilindrina cuando jugaban de que eran “los señores de las novelas”. Ver al grupo de profesionales en pantaloneta, haciendo feo, con diálogos falsos e impostados que provocan pena ajena, no tiene explicación. Más allá de lo que haga la
Definitivamente Costa Rica es un país muy pequeñito y uno se topa gente en todo lado. Estaba este Topo cenando el pasado 30 de mayo en el pequeño pero acogedor bar y restaurante Eli, en Nicoya, Guanacaste, cuando de pronto ingresó al lugar el delantero Minor Díaz, flamente campeón nacional del futbol de la Primera División. Díaz es oriundo de ese cantón guanacasteco y está demás decir que fue recibido con gran cantidad de saludos y palmadas en la espalda. El delantero llegó al lugar junto a varios familiares y amigos y, según pudo constatar este Topo, pasó la velada a puros refrescos gasesos.
Díaz estaba de vacaciones, pero aún así se mostró como lo que es, una figura pública que se posiblemente se sabe bajo escrutinio y optó por departir con sus allegados de manera tranquila y responsable, sin hacer feo. Bien por él.
De colección, literalmente, fue el especial que presentó canal 7 el sábado antepasado, con parte del legado de
Parece que el juez del sombrero de
Y hablando de
El juanete de Verónica González nos tiene sin dormir. La bellísima orotinense metió la pata (o más bien, se la peló) mientras un experto en problemas de los pies ofrecía su charla en
Cómo nos alegra ver al actor tico Freddy Víquez triunfando en México nada menos que en la telenovela
Muy lucida estuvo la boda del arquero Víctor Bolívar con Alejandra Rodríguez, quienes dieron el sí el domingo pasado en una ceremonia realizada en La Garita de Alajuela. Asistieron, como era de esperarse, varios compañeros del gremio del jugador, entre ellos Enrique Rivers, Douglas Sequeira y Víctor Cordero. El pobre Bolívar tragó grueso durante una hora que se atrasó la novia, al punto de que, cuando esta finalmente llegó, el pobre muchacho estaba bañado en sudor y así permaneció hasta el momento en que dieron el sí. Lo cierto es que, sin mayores ostentaciones, la pareja le abrió la puerta a la prensa y así pudimos ver incluso un especial de los mejores y peores vestidos (a cargo de Fabiola Herra, de Repretel), y varias reseñas del matrimonio en la prensa escrita. Una nota muy positiva que nos sacó por un rato del chismerío barato y la modorra, qué bonito.
Se encontraba este martes en el plenario legislativo la diputada Mireya Zamora del Movimiento Libertario en encendido discurso, como suele hacer, cuando a sus espaldas empezó a aparecer una figura que se acercaba y se alejaba. Llegaba, le musitaba algo al oído, luego se retiraba para, segundos después, repetir el ejercicio. Mientras tanto, Zamora continuaba en lo que estaba, sin inmutarse: hablaba, gesticulaba, levantaba el tono y también sus manos. Luego nos percatamos de que el poco escuchado asesor era, nada más y nada menos, que el propio hijo de la diputada, quien es asesor de su madre. Y se dice también que pre..pre'pre candidato a diputado.