La ciudad sudafricana de Durban amanecerá mañana convertida en sede de la Cumbre del Clima (COP 17). Hereda de Copenhague y Cancún, anfitrionas en años anteriores, el reto de reunir a delegados de 194 países para hablar de un tema que no se quiere discutir a fondo: el futuro del Protocolo de Kioto.
Este es el único tratado vinculante que compromete a los países a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), los cuales causan el calentamiento global y, por tanto, son responsables del cambio climático.
Si bien el protocolo se aprobó en 1997, entró en vigencia hasta el 2005 y ya en diciembre del 2012 llega a su fin sin haber logrado completamente sus objetivos.
De terminarse el protocolo y no contar con un plan que le siga, el mundo se quedaría sin compromisos vinculantes de reducción de emisiones y solo se contaría con la buena voluntad de los países.
Mientras el futuro del tratado se decide en la esfera política, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó de que el 2010 marcó un nuevo récord de emisiones de GEI. Solo la concentración de dióxido de carbono (CO2) pasó de 1,15 ppm (partes por millón) en 1990 a 2,3 ppm en el 2010.
De ahí la advertencia de científicos y ambientalistas sobre la necesidad de tomar acciones para evitar que la temperatura del planeta suba 2.° C, punto de no retorno.
Ante este panorama, algunos países son optimistas respecto a extender el primer período del Protocolo de Kioto mientras otros abogan por un segundo período con nuevas reglas y los más pesimistas no auguran más vida al tratado.
Por su parte, China considera que la transformación hacia una economía más verde puede perjudicar su crecimiento económico y cree que las naciones más ricas son las que deben asumir una mayor responsabilidad.
“El problema del cambio climático es principalmente causado porque los países desarrollados no prestaron la atención necesaria a este cuando se industrializaron y urbanizaron” , dijo Xie Zhenhua, negociador chino en Durban.
Canadá, Rusia y Japón tampoco firmarían un nuevo acuerdo si los chinos no reducen sus emisiones.
En cuanto a la Unión Europea (UE), esta región condiciona su firma a la manifestación pública de compromisos de reducción por parte de Estados Unidos y China.
“Si hay un compromiso de los responsables de la mayoría de las emisiones mundiales que diga cuando van a reducir la contaminación, firmaremos, si no, no tiene sentido político ni medioambiental, porque no se reduce ni una sola tonelada de emisión” , dijo Isaac Valero, portavoz de la comisaria europea, Connie Hedegaard.
Asimismo, Valero afirmó que para la UE no supone ningún esfuerzo renovar el protocolo porque espera superar la meta de reducción establecida en este, es decir, pretenden una baja de 20% de las emisiones registradas en 1990.
Los países en desarrollo, los menos responsables de las emisiones pero quienes se ven más afectados por el cambio climático, abogan por extender el tiempo del tratado.
Esa es la posición de Edna Molewa, ministra de ambiente de Sudáfrica y anfitriona de la COP 17, quien dijo que abanderará una renovación del protocolo.
“Esto hace que se empiece a buscar una solución intermedia, la cual no va a ser un segundo período de compromiso como el primero, pero sí puede mantener vigente lo que interesa a países en vías de desarrollo, que es la integridad ambiental del Protocolo de Kioto y dar alternativas a los países industrializados que se quieren salir”, dijo.
Patricia Espinosa, canciller mexicana y anfitriona de la COP 16 en Cancún, considera que la negociación en Durban debe encontrar el punto de equilibrio. “Se discutirá qué tanto vamos a comprometernos a reducir emisiones en el futuro. Todos los países debemos asumir esta obligación, pero tendrá que respetarse el principio de responsabilidades diferenciadas”, afirmó Espinosa.
Asimismo, la canciller mexicana agregó: “Nosotros creemos que es necesario que el Protocolo de Kioto se mantenga, pero también creemos que no es suficiente solo con él, necesitamos compromisos que vayan más allá” .