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Grandes estadios que solo sirven de atracción turística e instalaciones deportivas de gran calidad son abandonadas a su suerte por el alto costo de mantenimiento.
Lo anterior son dos paisajes típicos de los escenarios olímpicos, tras el paso de los Juegos.
El Estadio Nacional construido en Pekín, en el 2008, conocido popularmente como Nido de Pájaro por la forma de red de su exterior, costó $500 millones.
Prácticamente, en los últimos cuatro años, no se ha usado para fines deportivos. Después de semejante inversión, se quedó excesivamente grande para que su utilización resulte práctica.
Para que algo así no ocurra, la organización británica tomó medidas para el nuevo Estadio Olímpico de Stratford, al este de Londres.
La propuesta presentada se basa en dos dos puntos. El primero le da uso a todas aquellas instalaciones que la ciudad ya poseía o reformarlas para que resultaran útiles, antes de construir unas nuevas.
Muchas de las pruebas que tendrán lugar durante las competencia se realizarán en sitios ya usados, que fueron puestos a punto.
Es el caso de Wimbledon, donde serán los partidos de tenis, o del Wembley Arena, que acogerá la gimnasia y el bádminton.
En total, Londres invirtió $1.500 millones en las infraestructuras deportivas, una pequeña parte del costo total de los Juegos, estimado en alrededor de $15.000 millones.
El segundo punto pone a pensar en la sostenibilidad a largo plazo, que, combinada con la primera medida, pretende evitar el despilfarro en infraestructuras innecesarias.
Así que el Estadio Olímpico, que se presentó como la joya de la corona de la Villa de Stratford, está pensado para que se pueda adaptar a competencias más pequeñas.
Han sido varias las opciones que se pusieron sobre la mesa para su futuro. La que gana más fuerza es la venta del mismo a un club de fútbol como West Ham o Tottenham.
Otras propuestas fueron transformarlo para carreras de Fórmula Uno o dejarlo para eventos de atletismo, como el Mundial del 2017 que tendrá lugar en Londres.
La decisión no está en firme, pero todo apunta a que la sede tendrá una larga vida tras los Juegos, aunque sea transformado y reducido.1