An Indian artist gives finishing touches to a 'Rangoli' depicting late Apple co-founder Steve Jobs in Mumbai on October 25, 2011. Rangoli, the Indian art of arranging finely ground coloured powders, is part of Diwali festival celebrations, the festival of lights, jubilation and enthusiasm. AFP PHOTO/ Punit PARANJPE (PUNIT PARANJPE)
Cuando Steve Jobs, siendo niño, le contó a la vecina de enfrente que él era hijo adoptado, esta reaccionó de la peor manera, cuestionando si eso significaba que sus padres verdaderos no lo querían.
El impacto de semejante interrogante le prendió fuego al cerebro de Steve, quien solo atinó a correr hasta su casa para preguntar a sus padres adoptivos, entre lágrimas, si aquello era cierto.
Ellos, sabiamente le contestaron: “No, tú no entiendes. Nosotros, específicamente te elegimos a ti”.
A partir de ese momento Steve Jobs tuvo muy claro que él, más que una persona abandonada, en realidad era especial. Era un elegido. Un niño especial destinado a realizar grandes cosas.
Esta revelación es la clave para entender al genio que revolucionaría la industria de los productos electrónicos y al dueño y señor, hasta su muerte, del imperio Apple, asegura Walter Isaacson, antiguo editor de la revista
Hace siete años, Jobs le pidió a Issacson que escribiera su biografía, revela un reciente episodio del programa de investigación de la CBS,
El exeditor de la revista
Como la mayoría de las personas en ese entonces, el biógrafo desconocía que Jobs estaba a punto de ser sometido a una cirugía de páncreas, tal era la forma tan discreta en la cual Jobs mantuvo siempre sus asuntos personales. Un cáncer le había recordado su condición de mortal y, antes de morir, quiso que su historia fuese contada sin reservas.
A pesar de ser muy celoso de su intimidad, deseaba que sus hijos comprendieran por qué no siempre había estado junto a ellos. Y qué mejor manera de hacerlo que siendo él mismo quien hablara de su historia y de su legado.
Según Isaacson, el tecnólogo fue “ absolutamente sincero” y jamás le censuró una pregunta.
La propia esposa de Jobs, Laurene Powell, le pidió a Issacson que fuera fiel a la historia de su esposo aunque esto significara revelar –por igual– sus fortalezas y defectos.
“Hay muchas partes de su vida y de su personalidad que son extremadamente raras y confusas. No deberías taparlas. Me gustaría ver que todo sea contado de manera fidedigna”, solicitó Powell. E Issacson le tomó la palabra al pie de la letra.
Cuarenta entrevistas con Jobs, para entonces gravemente enfermo, comenzaron a desnudar aspectos de la personalidad del hombre y del genio, hasta entonces poco conocidas.
Romántico, extremadamente sensible y obsesionado con la búsqueda de la belleza. Consciente de su poder, petulante, grosero y perfeccionista. Lleno de falencias, pero con virtudes que ahora, más que nunca, sobrepasan cualquier debilidad y le confieren un lugar en la historia reservado para “los elegidos”.
Los rasgos más notables de Steve Jobs pueden trazarse desde su más tierna infancia. El impacto que el abandono por parte de sus padres biológicos tuvo en su personalidad, se compensó con la influencia que ejercieron en él sus padres adoptivos, una pareja de clase trabajadora de Mountain View, California.
Paul Jobs, su padre, fue un gran mecánico y le enseñó al joven Steve a hacer grandes cosas. En una ocasión, mientras construían una cerca, su papá lo instruyó así: “Tienes que hacer la parte trasera de la cerca, que nadie nunca verá, tan bonita como la parte de enfrente. Aunque nadie la vea, tú lo sabrás, y eso te mostrará que tienes la dedicación para hacer algo perfecto”.
Issacson cree que la ubicación geográfica jugó un papel importante en el desarrollo de su personalidad.
Jobs creció cerca de Palo Alto, en el norte de California, en vecindarios repletos de ingenieros capaces de convertir el silicón en “oro”. De ahí que el lugar pasara a llamarse, años después, Silicon Valley.
Pero también estaba Bay Area, en donde Jobs se nutriría de la llamada “contracultura”, de la cual heredó su espíritu rebelde, con aires de
De joven, no le gustaba usar zapatos, ni bañarse a menudo. Tampoco usar desodorante. Por eso, cuando trabajó para Atari, lo pusieron en el turno nocturno. Es que nadie se aguantaba su olor.
Además de su rudeza, Jobs podía tener comportamientos que rayaban en la crueldad, incluso con sus propios amigos.
Una de esas historias sucedió con Daniel Kottke. A pesar de haber sido compañeros en Reed College y en la India, y de haber trabajado juntos en el garaje donde se fundó Apple, Jobs se negó a darle parte de las acciones que convirtieron en millonarios a otros de sus colegas.
Este tipo de comportamientos no eran extraños en él.
Cuando Lisa, su novia de mucho tiempo, quedó embarazada (antes de que Apple fuera un negocio público), Jobs se negó a reconocer la paternidad y a pagarle pensión hasta que una corte interviniera.
Afortunadamente para Jobs, siendo una adolescente, su cuarta hija, Lisa Brennan-Jobs a quien había negado 33 años atrás, se marchó a vivir con su familia.
Los empleados de Apple abiertamente se referían a este comportamiento como típico de un fenómeno al que llamaban “ el campo de la distorsión de la realidad” de Steve.
El término era prestado de la serie
“Él podía llevarse a sí mismo por el pensamiento mágico. Por creer algo que el resto de nosotros no podíamos creer, y algunas veces funcionaba, pero otras, no”, explica Isaacson en la entrevista que concedió a Steve Kroft, para
Fue este pensamiento mágico, la creencia de que había sido escogido y que las reglas no aplicaban para él, lo que posiblemente acabó con su vida.
Cuando en el 2003 le fue diagnosticada su enfermedad, los médicos indicaron que su caso estaba dentro del 5% de los cánceres de páncreas que eran curables.
Pero Jobs, en vez de seguir las instrucciones médicas y operarse, optó por tratamientos alternativos y espirituales mientras decía en público que ya se había curado.
Él no deseaba que su cuerpo fuera abierto y, cuando finalmente tomó la decisión, nueve meses más tarde, el cáncer había avanzado mucho.
Otras revelaciones sobre la vida del genio de las computadoras y los aparatos electrónicos se irán conociendo conforme pase el tiempo.
El propio Steve sabía que en su biografía habría cosas que ni a él mismo le gustarían. Mas eso no le preocupó mucho.
“Está bien, está bien, no la voy a leer apenas salga. La leeré (la biografía) seis meses o un año después”, le dijo en una ocasión a su biógrafo, tras consultarle si habría cosas feas en su libro, titulado con su nombre de pila.
Steve Jobs murió el pasado 5 de octubre, a los 56 años, tras una larga batalla contra el cáncer, y sin haber leído una sola página de su propia historia.
Poco antes de partir, se supo que la fe de Jobs en cuanto a lo que le esperaba tras su paso al más allá, estaba dividida.
“A veces creo en Dios, a veces no. He estado pensando en ello más y creo que ahora creo un poco más. Debe ser porque quiero creer en una vida después de esta. Que cuando mueres, no desaparece todo. Que la sabiduría que has acumulado, de alguna manera perdura”.
Después de una breve pausa, Issacson grabó las siguientes palabras de boca de Jobs: “Sí, pero a veces creo que es como un interruptor de encendido y apagado. Un clic y te fuiste (') Y es por eso que no me gusta ponerle interruptores de encendido y apagado a los aparatos de Apple”.