En los bosques de China, hace unos cuatro mil años, la sombra inspiró a los orientales a crear sus bellas sombrillas de tela y bambú. Estas pequeñas cubiertas portátiles han resultado ser una especie de pequeños arbustos etéreos y livianos que van creando sombras para el disfrute y protección de la gente.
Tanto árboles, como sombrillas –o paraguas como les decimos en Cuba y en Costa Rica- generan confortables microclimas con temperaturas frescas. Estos espacios favorecen el flujo de la ventilación y generan zonas que propician la convergencia de la flora y fauna.
La sombra cobija los espacios de convergencia de las personas, lo cual resulta vital y confortable para el espacio público de las ciudades. El arquitecto Bruno Stagno afirma que “la sombra es el elemento fundamental de la arquitectura y el urbanismo de las latitudes tropicales. Aquí la sombra acoge, reúne y condiciona el comportamiento”.
Un ejemplo de aprovechamiento de las sombras en el espacio público es el caso de República Dominicana, país donde están presentes ejemplos de espesa y extensa arborización en sitios públicos. El arquitecto Gustavo Moré ha mencionado muestras de estos espacios, como el caso de los Laureles Higuillos en el Parque Colón, la “Catedral de Bambúes” de Mamuru Matsunaga en el Botánico y los Almendros del Malecón.
Estas cubiertas –naturales y construidas- apoyadas en un elemento vertical han inspirado a la arquitectura a crear elementos de techumbre apoyados en una sola columna. Algunos ejemplos notables son: los paraguas de hormigón armado creados por Felix Candela, las bóvedas del Pabellón Bunge y Born (1966) de Amancio Williams, el Palazzo del Lavoro (Turín, 1961) de Pier Luigi Nervi, las columnas del Edificio de Oficinas para la S.C.Johnson and Son Company (Wisconsin, EE.UU., 1939) de Frank Lloyd Wright y la “sombrilla” del Museo Nacional de Antropología (México D.F., 1964) de Pedro Ramírez Vázquez.
Estas resultan interesantes innovaciones estructurales y espaciales, las cuales –en algunos casos como el de Wright- invitan a reflexionar sobre una estilización y amplificación contemporánea de los capiteles de las columnas clásicas. Otros, como el caso del museo mexicano, responde a una de las estructuras de mayor calado de la arquitectura latinoamericana del siglo XX.
Ramírez Vázquez techa un sector del patio central del museo con una cubierta apoyada en una sola columna o en 81, según ha comentado el autor. Esto por cuanto, la cubierta –según el arquitecto- esta sujeta a 80 cables y una columna. A su vez, los cimientos de esta “sombrilla” consiste un gran dado de concreto conformado por pilotes de fricción similares a las raíces de un árbol y con una profundidad mayor a la altura visible de la columna. La cubierta incluye una abertura para la caída libre del agua, lo cual favorece el mantenimiento.
El Orquideorama forma parte de una serie de obras que han transformado de manera intensa la ciudad colombiana a inicios del siglo XXI. El “Caso Medellín” –como se le llama- ha despertado gran interés internacional por fortalecer las esencias sociales de la ciudadanía y generar lo que han llamado “Urbanismo Social”.
En la ciudad hay varios ejemplos construidos y promovidas por la Alcaldía de Medellín como: la Biblioteca España (2005) de Giancarlo Mazzanti, el Colegio Santo Domingo Savio (2008) de Obranegra Arquitectos, el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia (2008) del desaparecido Rogelio Salmona y el Parque Explora (2007) de Alejandro Echeverri.
En el caso del Orquiderama, éste es un proyecto conformado por un sistema de estructuras que se van adicionando para conformar una continuidad en la masa boscosa existente. Dichas estructuras son una expresiva “flor-árbol”, como la han llamado sus autores. La geometría está definida por hexágonos que permiten el crecimiento y el control del perímetro, al tiempo que alberga el programa arquitectónico.
El Centro Abierto de Actividades Ciudadanas (Códoba, España, 2010) transforma una amplia y árida superficie urbana en un “bosque” de sombrillas prefabricadas. Estas son de diversos tamaños y colores. A su vez, albergan un espacio multifuncional que incluye usos como un mercado temporal. Las sombrillas protegen del sol, iluminan la plaza en la noche e incorporan drenajes de agua en su interior.
En la actualidad, Costa Rica se muestra como una ciudad “adolescente” que está definiendo su “carácter urbano”, lo cual puede incluir una transformación que contenga como uno de sus ejes el fortalecimiento de sombras en el espacio público. Una riqueza de las ciudades y entornos costarricenses son las masas arbóreas ya existentes en diversos barrios, situación que se va diluyendo en las zonas más urbanas. Esto último es algo que debemos revertir.
Resulta conveniente e idóneo promover las sombras en las aceras. Esto hará que la ciudadanía transite por ejes peatonales de gran calidad en un país de clima tropical. Si bien es cierto, existe el inconveniente del cableado público para tamizar y cubrir las aceras, podríamos generar pequeñas cubiertas, pérgolas etéreas, aleros, marquesinas, pasajes cubiertos, o tupir más la masa arbórea existente con arborización de mediana altura. Todo con la intensión de dignificar al peatón.
Dentro de esta operación urbana se podrían crear una serie de plazas arborizadas o plazas cubiertas, las cuales potenciarían la convivencia social en estos lugares. Estas nuevas plazas podrían nacer y activar sitios donde actualmente son “espacios muertos” de la red vial. Estos espacios públicos con sombra –tanto en aceras como en plazas cubiertas- fomentarían de manera sólida el encuentro de los ciudadanos y por ende generarían un altísimo beneficio social.