7/5/12 Estudio de la nacin coreografo costarricense erradicado en Per Francisco Centeno. foto adrin arias (ADRIAN ARIAS)
A 25 años de carrera, el coreógrafo Francisco Centeno tiene claro que, aunque son importantes para él, las críticas no son lo suficientemente poderosas para detener su pasión por crear arte.
Lo supo cuando las ganas de expresarse con su cuerpo se convirtieron en las fuerzas para abandonar la carrera de Relaciones Internacionales, pese a la firme oposición de su familia.
Lo confirmó años más tarde cuando su juventud fue cuestionada al ser elegido como director de la Compañía Nacional de Danza y cuando un grupo de personas se opuso a su labor como director de la Escuela Nacional de Danza Morena Celarié , en El Salvador, y como fundador de la Compañía Nacional de Danza en ese país.
Pese a esto, sus esfuerzos de nadar contra corriente fueron recompensados. Sus coreografías se han visto, entre otros escenarios, en Uruguay, Paraguay y España, donde la severa crítica del diario
Además, ha ganado reconocimientos como obra destacada del Festival de Coreógrafos 2011 y el Premio Nacional de Danza a mejor obra coreográfica del 2008, entre otras distinciones.
Actualmente, Francisco Centeno a radica en Perú, donde, de forma independiente, desarrolla proyectos para el Ballet Nacional de ese país, así como para la Escuela Superior de Ballet y la compañía del Ballet de San Marcos.
Esta semana, el artista regresó a nuestro país para dar forma a una nueva creación: la coreografía
Sobre sus proyectos y este cuarto de siglo dedicado a la danza,
En la Universidad Nacional, me pedían que tenía que tomar una materia cultural y otra deportiva; cuando esto pasó, me di cuenta de que existía una escuela de danza. En ese momento, se me despierta un interés por mover el cuerpo; fue así como luego llevé cursos de apreciación de danza, hasta que un año más tarde hice la audición para ingresar a la escuela y me aceptaron. En ese momento, sentí que iniciaba con el pie de derecho.
Siempre he sido cuestionado en la vida, pero, como dicen, cuando los perros ladran, es señal de que cabalgamos. Cuando yo asumí ese cargo, sabía que estaba entrando en la boca del lobo, pero creo que ningún artista en Costa Rica está listo para administrar una agrupación al salir de la Universidad y ningún director que llega a la compañía está preparado para manejar administrativamente al grupo. En ese momento, aposté por la confianza que tenía en la entonces administradora de la institución y me preocupé por destacar la parte artística. En ese tiempo, la compañía tenía un perfil que podía calificarse con un
“Entonces, aposté por cambiar el formato dentro del grupo, invité a maestros internacionales; me interesaba que los bailarines tuvieran un código universal, que los bailarines pudieran presentarse tanto en Puntarenas como en Cádiz. A partir de ahí, la compañía comenzó a visibilizarse más, a ganar premios; sin embargo, los cambios provocaron críticas”.
No; yo no les doy tanta importancia a las críticas, pero sí me enriquecen. Para mí, el trabajo de dirección es como alcanzar la sabiduría por medio del balance, el equilibrio y la madurez.
No, yo soy lo que soy; siempre lo he dicho. Cuando yo era bailarín también daba clases de aeróbicos, así que no era un gran cambio.
Aprendí a tener nobleza y a ser humilde, porque grandes torres se derrumban y no me derrumbé. Cuando estuve arriba, respeté a todas las personas que tenía a mí alrededor, así que cuando me tocó bajar el golpe no fue duro. Esto me ayudó porque dos años después, tuve la madurez para asumir un nuevo proyecto en El Salvador.
Tuve mis puntos fuertes; uno fue al asumir dirección de la escuela (la Morena Celarié) y la apertura de la Compañía Nacional de Danza de El Salvador; sin embargo, pese a eso, no le guardo resentimiento a ese país, porque ahí me dejaron realizarme profesionalmente.
Soy consciente de que cuando se lucha por conseguir algo, hay secuelas, pero trato de que las secuelas no me lesionen. Me gusta trabajar con lo psicológico, estar preparado, ir de frente.
Esto ha hecho que madure de manera acelerada; me ha hecho aprender a escuchar, a respetar y a abrirme en mis procesos de creación, porque antes mis ensayos eran a puerta cerrada. Hay más fortalezas que debilidades; ha sido diferente trabajar con bailarines que vienen de todas partes del mundo; en este tiempo, entendí que la cultura no debe amoldarse a mí, sino yo a la cultura.
Doy gracias porque puedo ver atrás y me doy cuenta de que puedo enfrentar cada situación con más madurez. Me digo, ‘qué bueno que los tiempos pasan’, porque los problemas son más grandes en la medida en la que uno lo permite.
Costa Rica tiene una fuente desbocada de bailarines. Aquí hay algo muy bueno y es que aquí la danza contemporánea es la plataforma fuerte, algo que no sucede en los otros lugares a donde he ido; sin embargo, creo que si el bailarín contemporáneo costarricense entendiera que el ballet clásico es una herramienta para depurar sus movimientos, sería increíble.
Pronto se presentará una obra mía que se llama