Cholera Crisis in Cameroon 22 Sep 2010, Membag, Far North Province, Cameroon --- Women carry jugs to stock water at home in Membag Village, Cameroon on Sept. 22, 2010. Cameroon is faced with one of its most acute outbreaks of cholera in decades. The epidemic began in May 2010, following the country's rainy season, and is most prevalent in the country's Far North province. --- Image by © Eric Bouvet/VII Network/Corbis (Eric Bouvet/VII Network)
Piedras calientes sobre los senos que comienzan a apuntar. A veces, palos de majar el cereal; a veces otros objetos planos, pero siempre ardiendo. Es el planchado de pechos que sufre una de cada cuatro niñas en Camerún.
Las madres u otras mujeres de la familia son las encargadas de practicarlo con la creencia de que retrasa el crecimiento del pecho de sus hijas y, por tanto, las aleja de las relaciones sexuales, consentidas o no, las protege de las miradas libidinosas de los hombres y evita embarazos no deseados y antes de tiempo.
Hay que apretar fuerte sobre esos pequeños senos que comienzan a desarrollarse. Arriba y abajo, como se plancharía una prenda. Pero es un cuerpecito infantil el que soporta el dolor de estos embates que dañan los tejidos, causan heridas, abscesos, infecciones y, eventualmente, predisponen al cáncer.
Día tras día, hasta obtener el resultado deseado. A veces, el medio elegido es el vendaje con telas calientes. Suelen ser varios meses de tortura.
Se trata de una tradición antigua en algunas zonas de África del oeste y más conocida en Camerún, país que roza los 20 millones de habitantes.
Esta forma de ‘mutilación femenina’ –como la califica la agencia oficial de cooperación alemana GTZ, que ha tenido un papel pionero en revelar esta práctica y luchar contra ella– la sufre al menos el 24% de las mujeres en Camerún, según este organismo. A mayor precocidad, mayor riesgo.
“Cuanto antes empiecen a desarrollarse los pechos, más posibilidades de sufrir esta forma de mutilación. La mitad de las niñas cuyo pecho comienza a desarrollarse antes de los 9 años sufren el planchado”, afirmaba un trabajo de GTZ del 2007.
En países como Kenia, la mutilación femenina es una práctica bastante común entre la población. El procedimiento consiste en cortar el clítoris con instrumentos rudimentarios y sin anestesia; está considerada como un acto de purificación y es un rito de paso a la adultez.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, en un informe del 2010 sobre los derechos humanos en este país de África, añade que esta práctica “provoca quemaduras, deformidades y problemas psicológicos”.
La agencia germana realizó en el 2006 una amplia investigación con consultas a 5.700 mujeres de 10 a 82 años, que reveló también que la mitad de las niñas cuyos senos comenzaron a crecer antes de los nueve años sufrieron esta práctica, más frecuente en las ciudades que en el campo. El 53% de las chicas de Duala, la mayor urbe del país, la han soportado, según el estudio.
A menudo, el doloroso planchado no logra su objetivo protector: muchas chicas quedan embarazadas, lo que inmediatamente las aparta de la escuela. Se casan o se convierten en madres solteras.
Algunas pueden intentar un aborto clandestino (solo está permitido en caso de violación o si peligra la salud de la madre).
En Camerún, tres de cada diez mujeres están embarazadas o ya han tenido al menos un hijo al cumplir los 20 años, según GTZ, y solo el 26% de las casadas utilizan anticonceptivos.
La edad para contraer matrimonio está fijada en 15 años para las mujeres, pero según el informe estadounidense, muchas familias casan a sus hijas a los 12.
Este trabajo también señala el aumento de las violaciones, cuyas víctimas tienen una edad promedio de 15 años.
Además de los embarazos tempranos, el sida es una amenaza creciente en Camerún. La incidencia es alta. De cada mil personas entre 15 y 49 años, 53 son seropositivas, según la Organización Mundial de la Salud.
La esperanza de vida en este país con un 40% de animistas, otro tanto de cristianos y un 20% de musulmanes, es de 51 años.
Algunos expertos creen que, tras la práctica del planchado, está el tabú de hablar de sexo con los hijos y que es por ahí por donde podría venir parte de la solución. Precisamente, esa es una de las vías que se han puesto en marcha para intentar frenar esta costumbre.
Las ‘tías’ (
No son de la familia, sino que se trata de adolescentes que han sido madres sin desearlo entre los 12 y 18 años (algo que le ocurre al 21% de las chicas).
Encuadradas en más de 250 asociaciones bajo la organización Renata, unas 15.000 jóvenes han recibido formación para educar a los adolescentes en salud reproductiva y sexual, incluida la prevención del sida.
Con el apoyo de la cooperación alemana, las
“La gente cree que los senos van a atraer a los hombres y van a empujar a las niñas a tener relaciones sexuales precoces que pueden dejarlas embarazadas. Creen que, después del planchado, las niñas pueden crecer normalmente y continuar sus estudios”, explican.
También abordan las consecuencias de una práctica “que causa mucho dolor y puede destruir los senos completamente”, causar un fuerte trauma y provocar problemas fisiológicos.
De pueblo en pueblo, de barrio en barrio, predican contra una práctica que abrasa la pubertad femenina y cuyos secretos se rompen poco a poco.