La autenticidad, como el cariño, ni se compran ni se venden. Sasha Campbell, acostumbrada a trascender casi siempre por los aplausos que cosecha desde el escenario y hace un tiempo también por haberse visto en una tormenta mediática impensable, ha encontrado la fórmula de salir bien librada de las vicisitudes.
Al menos, lo intenta con toda transparencia, con la misma que reconoce que, al igual que todo el mundo, tiene sus días grises, esos en los que a duras penas halla fuerzas para salir de la cama.
Pero estos son los menos.
Ella se ha pintado sola como una mujer valiente ante todo, aunque es un libro abierto y, por eso, cuando ha tenido que pasar las páginas blancas, negras y grises de su vida, lo hace sin tapujos.
Es exactamente lo que parece estar calando en la audiencia del tradicional espacio matutino
Con Sasha, no extraña: esa parece ser la historia de su vida, al menos según quienes la conocen bien. Encantar sin artilugios, a pura naturalidad y, claro, inteligencia emocional, talento y esa belleza exótica tan seductora. Por encima de todo ello, está esa voz de diosa que le sale de las entrañas para enchinarle la piel al más pintado. Pero eso es otra historia.
Tiene defectos de sobra. Como todos. Solo que ella es la primera en desnudarlos. Y antes de narrar cómo fue su primer vínculo con la televisión, aterriza en un tema que pensábamos tocarle más tarde: el engorroso escándalo que vivió en junio del 2009, cuando se anunció mundialmente que abriría un concierto de la banda U2 y todo resultó ser un fraude fraguado por otros con la ingenuidad de Sasha como cómplice.
Su inocentada estuvo cerca de sacarla seriamente de balance. Pero pudieron más su tozudez y su pequeña hija Ifé, quien en los peores momentos, ajena a todo el vendaval, le recordaba que el sol sale todos los días...
Su incursión en
Su trabajo en la tele lo combina con su carrera musical (vea recuadro
Ahora está inmersa en un nuevo grupo que se llama The Groove Makers (The Sasha Campbell band) que, más que un proyecto, es un reencuentro con su música, el cual asume desde una renovada perspectiva.
“Busco músicos con alma”. Así de claro lo escribió en un anuncio que colgó en Facebook cuando andaba en la convocatoria de su nuevo equipo de trabajo.
Comenzó a ensayar y poco a poco Sasha se enamoró de una idea que nace de la necesidad de reconciliarse con la razón principal por la cual ella canta.
“Porque aunque a veces parece que canto para vivir, en realidad vivo para cantar”, escribió Sasha en el
Con Sasha conversamos durante más de dos horas una tarde de sábado, un par de meses atrás, en la cafetería del Teatro Nacional. Allí donde un 24 de mayo, hace siete años, ella cantó por primera vez como solista en el espectáculo
“Creo que muchísimo mejor que hace unos meses. Contenta con el trabajo realizado, satisfecha y lista para que lleguen cosas mejores. Mi vida en el último año ha sido interesantísima'”.
Aunque no estaba previsto tocar el tema tan temprano, el fantasma de lo sucedido con U2 emerge de inmediato. Es mejor expiar culpas y aclarar el panorama.
--Conocí a una persona que siempre se comportó a la altura (Logan Guzmán), me contrató a varias fiestas, fuimos a Holanda y salió una oportunidad en Los Angeles. Le dije a mi familia ¡me voy! Me fui en noviembre (2008). Allá tenía la vida de súper estrella que siempre quise tener. Con apartamento, carro del año'
Poco a poco Sasha desgrana con nostalgia un rosario de recuerdos y añoranzas de su glamorosa, pero efímera vida sobre la alfombra roja californiana.
Entre los privilegios de su jugoso contrato, contaba con apartamento de lujo, carro del año, y diseñador y maquillista personal. Sus músicos, todos de primerísimo nivel, vestían trajes de $6.000 para sus presentaciones en el legendario club de Los Angeles, House of Blues.
Presenció la entrega de los premios Grammy desde un palco numerado, a solo seis campos de distancia de la famosa y admirada Alicia Keys.
Esa cercanía con las grandes estrellas de la música y el espectáculo la tenía flotando en una nube de la cual, sin sospecharlo, estaba a punto de caer.
“Me comenzaron a llegar historias de horror desde Costa Rica. Me decían que no podía usar mis canciones. Mis (ex) músicos decían que les debía plata”.
Luego se vino la noticia de que sería telonera de U2 en una gira mundial y ella, como todo Costa Rica, se tragó el cuento. Un día después, el sueño dorado de cualquier artista se tornó en pesadilla.
Se sentía confundida y paralizada. Si bien el escándalo era en Costa Rica y en California las cosas marchaban con normalidad, Sasha no dejaba de pensar en su familia y eso la derrumbó.
“Me sentía sola, metida en un hueco' Pasé tres semanas en Los Angeles sin saber qué hacer y cuando regresé a Costa Rica se me acabó el mundo. Ni mis vecinas sabían que estaba en la casa. Me peleé con el mundo, con mis hermanos, con la música'”
Sumida en una profunda depresión, Sasha volvió a ver la luz gracias al consejo de una amiga y la llamada de atención de su pequeña Ifé.
“Mi hija se acercó y me dijo: ‘Mamá, por qué llora, usted es grande, vea yo soy chiquita y no lloro tanto’. Eso me dijo que era momento de levantarme.”
--Es que es complejo. Si sacáramos eso (lo de U2) de la historia quizás estuviera con un disco y famosa. Me peleé con la música y los músicos ticos. Gente con la que trabajé años y sigo sin entender porqué a la gente le cuesta ayudarle a uno a crecer. Me desilusionó montones la gente y la industria tica.
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--Cambié como artista 250 % y como persona también. Yo puedo decir que soy una persona distinta. Regresé sin trabajo, a pulsearla. Trabajé dos meses en un
Ahora soy dueña de mi espectáculo y de lo que quiero hacer. Soy más líder. Antes decidían por mí. También soy mucho más exigente. Hay que dar espectáculo, moverse, hablar con la gente. Cualquiera que haya visto un concierto mío antes y después, lo puede notar.
--Decir que ya lo dejé atrás sería mentir. Hay días que uno dice ‘¡puña, cómo es posible!’ Me han llegado un montón de oportunidades que no le he sacado provecho y eso me hace sentir frustrada.
“Mi meta es estar mejor, tener dinero para pagar las cuentas. No es nada del otro mundo. Mi vida es agotadora. No tengo tiempo ni de dormir. Lo que quiero es no tener que preocuparme tanto”.
--Sí. Le resiento mucho a muchas personas. Yo sé que hay que ser competitivo, pero eso me mata, me enferma. Tengo que aprender a competir conmigo misma y no con los demás.
--Eso fue lo primero que hice a nivel público a mi regreso de Los Angeles. Me quité los problemas, el estrés y de paso me quité la ropa. Fue como decir, si van a hablar de algo que hablen de la revista y dejen ya de hablar de U2.
--Si me hubiera sentido incómoda no lo hago, ¡qué pereza!
--Cuando vi la revista, lo primero que pensé fue: “¡Mi papá”!
--Mi hija tiene que saber que no estoy haciendo ninguna vulgaridad, nada de qué avergonzarme. Soy una artista y los artistas hacemos cosas artísticas. Lo más importante es que para mí era un principio, un renacer.
--Ella es lo más bello. Es una cosita hermosa. Mi hija tiene un talento particular. Siento que tengo' que no puedo quedarle mal. Es todo un deber, pero ella es la que me ayuda a mí a levantarme en las mañanas.
--Estudié periodismo porque me gustaba escribir. Yo no sabía nada de televisión. Mis primeros meses fueron terribles. Era un reto para mí. Me gusta tratar de hacer bien las cosas. Tuve que aprender a redactar para televisión. En la tele uno se da cuenta de todo lo que hace. Desde las muecas, hasta la ropa, lo que dice. Estoy súper contenta. Estar en cámaras me ayuda a recuperar la confianza y la autoestima que perdí.
--A la soledad. Quizás más al fracaso.
-- No cumplir lo que uno se propone, sea lo que sea.
--Quizás habría analizado mejor la situación en Los Angeles.
--Pediría la oportunidad de compartir mi música con el mundo. 1