El nombramiento de Javier Sancho como nuevo embajador de Costa Rica en Nicaragua habría sido impensable si el canciller fuera todavía René Castro, actual ministro de Ambiente.
Esto lo concluye el propio vicecanciller, Carlos Roverssi, quien admite que también ha tenido diferencias con el nuevo embajador, pero que estas ya están superadas y nunca llegaron a ser de carácter personal, como sí lo eran, dijo, entre Castro y Sancho.
Las diferencias las provocó el conflicto en torno a la idoneidad y la legalidad de nombramientos de seguidores del Partido Liberación Nacional (PLN) en plazas propias del servicio diplomático.
La Asociación de Diplomáticos de Carrera, en voz de Javier Sancho, denunció que el entonces canciller montó una estructura paralela con 13 funcionarios allegados a Castro, quien fungió como jefe de campaña del PLN en el 2010.
Cuando Castro dejó el cargo, hace un año, Sancho lo calificó como “un alivio”. Aunque se le intentó entrevistar para esta información, no fue posible.
Castro optó por el silencio. “Prefiero reservarme mi opinión. Estoy en otra actividad y creo que si uno cambia de casa, deja atrás. Eso es responsabilidad de otras personas”, contestó por teléfono.
La llegada de Enrique Castillo al cargo de canciller fue para Sancho más que un alivio. Dejó su puesto como director de protocolo y obtuvo la confianza para ocupar uno de los puestos considerados “clave” en el servicio exterior.
A Sancho le valió su experiencia como embajador en Brasil y ante la Organización de Estados Americanos (OEA), además del conocimiento interno de la Cancillería y sus contactos con políticos influyentes de Nicaragua, coincidieron Roverssi y Carlos Murillo, experto en Relaciones Exteriores.
Sancho también fue director de Política Exterior durante el gobierno de Abel Pacheco y hasta ahora ha ejercido como director de protocolo. Ha ejercido esos cargos en gobiernos liberacionistas y socialcristianos, a pesar de su origen verdiblanco, sin llegar a ser tampoco un hombre de partido.
“Buena parte de su éxito como embajador en Managua dependerá de que, en una situación de crisis, pueda llamar directo al canciller o a la presidenta y no quedar atrapado en la burocracia diplomática”, destacó Carlos Murillo.