Tras siete minutos de taladrar una roca chata y veteada llamada “John Klein”, el robot Curiosity extrajo polvo marciano, para posteriormente inspeccionarlo en su laboratorio interno.
El agujero de 6,4 centímetros de profundidad que abrió el robot “presenta numerosos indicios de haber estado en el paso del agua tiempo atrás”, informó la NASA en un comunicado de prensa.
“Fue una ejecución perfecta”, dijo entusiasmado el ingeniero de perforación Avi Okon en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
La misión implicó que los ingenieros de la agencia espacial norteamericana pasaran varios días instruyendo al Curiosity para que palpara el terreno, perforara hoyos de prueba e hiciera una miniperforación a modo de ensayo.
NASA dice haber fabricado ocho taladros y haber perforado más de 1.200 hoyos en 20 tipos de roca en la Tierra como práctica.
Según John Grunsfeld, responsable de la misión este se trata del “logro más importante” desde la llegada del Curiosity a Marte.
Ya completada la perforación, demorará varios días para que Curiosity transfiera el polvo a su instrumental para analizar su composición química y mineral.
La precaución es a propósito. Curiosity es la sonda espacial más avanzada y los ingenieros todavía están aprendiendo a manejar eficientemente la misión de $2.500 millones.
Los expertos no sabrán hasta la semana próxima cuánto polvo rocoso se recolectó. Pero a juzgar por la pequeña cantidad que quedó en el pozo perforado, Okon confió en que será suficiente para el análisis del laboratorio.
Otra incógnita es si algo de teflón pudo haberse desprendido del instrumento para mezclarse con la muestra de la roca. Antes del lanzamiento de Curiosity, los ingenieros descubrieron que escamas microscópicas de teflón podían desprenderse. Pero Okon explicó que cualquier posible contaminación sería mínima debido a que la perforación no tardó mucho.