Escuchar
Empecemos con la verdad: el
Esos son los que pasan la página del periódico en cuanto se enteran de que “ese es un grupo de esa cosa a la que le dicen
Calma, calma, que están los otros –ubicados al extremo opuesto– y que, en Costa Rica, son cada vez más.
Pneuma es un fruto de ese árbol que, en este país tropical de tambitos y bailongos, también da música pesada. Dicha escena se ha expandido como nunca nadie se hubiera atrevido a vaticinar y, entre los referentes más inmediatos, se halla esta banda que hoy nos ocupa.
Son cuatro los músicos que han perdurado en la agrupación. En sus nueve años de vida, solo han sufrido un cambio en la alineación. No hace mucho, los conciertos del cuarteto eran escasos, y sus oportunidades aún menos.
Su historia ha cambiado para bien en el último año y medio. Con el 2011 que ya se agota, se quedan los triunfos que trajeron a Pneuma hasta estas páginas. Así –en conjunto– estos cuatro jóvenes son el claro ejemplo de una banda que no se ha quedado de brazos cruzados, no se ha contentado con poco y no ha tirado la toalla, pese a que la ha tenido difícil en varios tramos del camino.
Su presente tiene bríos alentadores. Como muestra, hay que verlos en concierto. Mientras los roqueros le dan duro a sus instrumentos, su audiencia corea, brinca y aplaude con sus piezas.
Son fanáticos. Se merecen ese sustantivo. Hay que verlos en escena, meneando la cabeza de arriba a abajo, como si en su cuello no hubiera más que un resorte. Hay que observar cómo sudan sonrientes, a la velocidad del doble bombo, o al resonar de los amplificadores. Esa es la imagen que reina en un concierto de Pneuma. Ahí arriba, eufóricos en tarima, son cuatro los encargados de conquistar a la tribuna: Antonio Masís (bajo y voz), Norman Mena (batería), José Sibaja y Daniel Vega (guitarra).
A las 9:15 p. m. los llamaron a tarima. Era jueves 4 de agosto y la banda se convertía así en el primer grupo nacional que tocaba en el prestigioso festival internacional Wacken Open Air: una meca del
Hasta allá llegaron gracias al respaldo de sus
Era un sueño hecho realidad: más de 7.000 almas de pasaportes variopintos compartían la euforia de los ticos en tarima. El nombre de Costa Rica se alzaba en Alemania gracias a los alaridos guturales del repertorio de Pneuma.
Sucedió igual en las otras fechas de la banda en Europa. Portugal los escuchó en dos escenarios y, más adelante, fue México el destino para sacudirse con ocho conciertos.
Cerraron la gira con buenas y malas experiencias, pero, al final, Pneuma se unió a los casos de carne y hueso que la escena criolla ha exportado hasta otros lares en tiempos recientes.
Billy the Kid, Sonámbulo, The Great Wilderness, Las Robertas... La lista sigue y ahora Pneuma es parte de ella.
Cambiamos de locación. Fue un lunes de noviembre cuando el director Marlon Villar y tres de los miembros de Pneuma, subieron a la tarima a recoger el premio por el mejor
El reconocimiento vino agraciado por el segundo sencillo de su primer disco de larga duración.
Antes ya había brillado la alianza Villar-Pneuma, con el video de la pieza
Las buenas juntas dan frutos y, en este caso, los resultados se dan taco a taco con el mundo que está allá afuera, ese con el que Pneuma ya se ha codeado en varias ocasiones desde que su trabajo comenzó a dar réditos.
Si hacemos un recuento de reconocimientos, hay que incluir otro de reciente data: el premio de la Asociación de Compositores y Autores Musicales en la categoría de autor/compositor de
El disco fue una de arena, después de la de cal que, años antes, les trajo abajo la intención de sacar otro álbum que se titularía
Una novela de triste final con una disquera nacional impidió el lanzamiento del álbum y puso a Pneuma en la difícil encrucijada de si seguir o no.
El cuarteto optó por la segunda opción. “O lo hacíamos bien, o deshacíamos el grupo”, dicen ellos. Los músicos decidieron dar un giro de timón y tomárselo en serio. Batieron barro y volvieron a componer antes de entrar a otro estudio. Ya van tres años desde aquel borrón y cuenta nueva.
Uno les pregunta y ellos responden que esto es apenas un comienzo. Están en lo cierto. Batir barro es buena parte del trabajo que le espera a un músico en este país, más si hablamos de los que se dedican a estos géneros pesados, cuya música a tantos disgusta.
Su trabajo está dedicado a quienes sí lo disfrutan, para todos aquellos que sintieron la piel de gallina cuando –el 7 de marzo del 2010– Pneuma subió a un escenario frente a más de 20.000 personas y recibió el aplauso generoso de la tribuna que llenaba el Estadio Ricardo Saprissa.
Ellos no eran el plato fuerte, pero se comportaron como tales. No solo sacaron la tarea, sino que hicieron su labor con todas las de la ley.
Eran cuatro mortales absortos en su papel de músicos, tanto como lo estaban en su papel de fanáticos de Mastodon y Metallica (las bandas a las que acompañaron aquella noche).
Ahí estaban: creyéndoselo. La palabra se dice fácil, pero no cualquiera se la mastica. “Si uno no hace eso está perdiendo el tiempo”, afirma José Sibaja, quien –algún día– planea dedicarse solamente al grupo .
Habiendo dicho lo anterior, terminemos con la verdad: son muchos quienes se dan gusto con la música de Pneuma
