Lo que el reverendo no dice es que las casas farmacéuticas norteamericanas se cuentan entre las primeras que diseminaron criminalmente el VIH entre las poblaciones de los países latinoamericanos. Predicadores infames, jueces tonantes e inclementes, desnaturalizadas criaturas. Grandes censores de la humanidad. Los que se creen “la diestra de Dios”. Savonarola armado ahora del temible poder de los medios de comunicación –y del músculo económico de la extrema derecha “cristiana” de los Estados Unidos–.
¿Quién es aquí el verdadero enfermo? Enfermo de intolerancia, de inmisericordia, de mesianismo. Profetilla apocalíptico que pretende tener línea directa con Dios y recibir instrucciones directamente de Él. ¡Y es tanta la gente que lo tiene por un paladín de las huestes de la cristiandad!
Es lo que sucede cuando las iglesias atraviesan crisis profundas –quizás terminales– de autoridad ética, carencia de verdaderos guías espirituales. Los despotillas toman entonces el lugar de las grandes voces.
Retengan el nombre; reténganlo para siempre: el reverendo Pat Robertson. ¿El terremoto de Haití? ¡Más que merecido! ¿Los quince millones de niños africanos huérfanos porque sus padres murieron del sida? Sin duda degeneradillos que bien merecido tienen su dolor. Sí, amigos: el reverendo Pat Robertson. Ahí se los dejo.