En las obras de Eugene O’Neill (1888 - 1953), la abrumadora atmósfera de la tragedia revivió con plena fuerza. Armado con la hondura psicológica de Anton Chéjov, la brutal honestidad de August Strindberg y el realismo de Henrik Ibsen, construyó una obra destacada por sus vívidos personajes.
O’Neill nació en Nueva York y presentó su primera obra, Más allá del horizonte , en 1920. Fue un éxito de crítica que le mereció el premio Pulitzer. Dos años más tarde, repitió como ganador con Anna Christie , la historia de una prostituta con deseos de reiniciar su vida.
Así, O’Neill se consagró como el dramaturgo de los márgenes de la sociedad y de las partes oscuras de unos Estados Unidos en ebullición económica. No le había sido fácil llegar allí: fue estudiante de Princeton un año, pero sin grandes explicaciones abandonó los estudios. La depresión y el alcoholismo de su familia lo acecharon en sus años de trabajo en barcos; su consuelo flotaba en los libros y en el mar.
Concentrado en sus personajes de vidas duras, O’Neill iluminó la escena con Deseo bajo los olmos (1924), una revisión del mito griego de Fedra, y la polémica historia de aborto de Extraño interludio (1928). Para fines de los años veinte, ya contaba con 22 piezas dramáticas, casi todas ellas exitosas y conectadas con la gran tradición trágica.
En 1931 revivió el mito de Orestes en El luto le sienta bien a Electra , un poderoso ciclo de tres piezas ambientado en la Guerra Civil de 1865. En 1936 recibió el Premio Nobel de Literatura, el primero para un dramaturgo estadounidense.
Quizás en pocas obras se aprecie tan bien su pasión por la tragedia como en Largo viaje hacia la noche (1941). En esta monumental obra, que fue producida hasta 1956, examina la adicción al alcohol y la morfina y los efectos sobre una familia en 1912. La autobiografía se coló en esta imponente pieza, con la historia de sus hermanos y él mismo.
El peso de la memoria, el nuevo destino en las tragedias de O’Neill, define a sus personajes con la potencia de un dios. “El pasado es el presente, ¿no? También es el futuro”, se dice en el Largo viaje . De este modo, brotaba su historia y la de su familia en sus electrizantes obras.