Chile (AP). El poeta Pablo Neruda tenía ramificado su cáncer de próstata no solo a la cadera, sino también a la parte sacra de la columna, reveló el director del Servicio Médico Legal, Patricio Bustos, aunque la verdadera causa de muerte aún no se ha determinado.
Los restos del premio Nobel de Literatura 1971 fueron exhumados el 8 de abril pasado por orden del juez Mario Carroza para buscar las causas reales de su muerte.
La viuda de Neruda, Matilde Urrutia, y la Fundación que lleva su nombre, comparten la tesis de que el escritor murió de cáncer de próstata el 23 de septiembre de 1973, a sólo un día de partir al exilio en México. Neruda murió 12 días después del golpe de estado liderado por el general Augusto Pinochet.
El chofer y ayudante personal del poeta, Manuel Araya, afirma que Neruda fue asesinado con una inyección que le pusieron en la Clínica Santa María, un centro de salud privado considerado como los mejores en la década de los setenta.
Bustos precisó que el cáncer de Neruda estaba ramificado a la cadera y a la parte sacra de la columna que, de abajo hacia arriba en el cuerpo humano, es la que sigue al coxis.
El médico explicó que el escáner realizado y las radiografías tomadas en la Universidad de Chile determinaron “signos de metástasis” o ramificaciones en las osamentas, “no es un cáncer de tipo originario en los huesos”.
“Lo que encontramos en este caso son metástasis (ramificaciones)... en las caderas y en las vértebras sacras”, señaló Bustos.
La investigación del juez Carroza se ha topado con algunos obstáculos, como la falta de colaboración de instituciones médicas que no entregaron la ficha clínica del poeta. Los especialistas forenses tuvieron la misma dificultad.
“No hemos contado con la colaboración de las instituciones que deberían haber aportado fichas clínicas, protocolos de tratamiento y exámenes de diagnóstico. No hemos contado con esta colaboración”, enfatizó Bustos.
El médico no precisó a qué instituciones se refería, porque “la identificación está en manos del juez”.
Sin embargo, se sabe que el poeta fue controlado en un hospital de la costa central y sus últimos días estuvo hospitalizado en la Clínica Santa María. Araya afirma que mientras él y Urrutia realizaban unos encargos de Neruda, un médico le colocó una inyección del analgésico dipirona. Murió esa misma noche. El chofer recibió la versión de oídas de parte de una enfermera.
Se sabía del cáncer de próstata y su metástasis se conocía, pero no que tenía ramificaciones en la parte sacra.