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Pero como hijo de tigre sale pintado, Ottón lleva el gen que motivó al finado
Es el mismo gen que impulsó a sus antecesores a cruzar el Atlántico en los siglos XVII y XVIII, procedentes de Sevilla y el País Vasco (España) para buscar vida en tierras ajenas.
Así que el hijo salió al padre y a los tataratatarabuelos aventureros. Eso explica por qué, a pesar de que su papá le dijo “¡no se meta en esa locura!”, Ottón siguió los pasos de sus ancestros como se lo mandaba la sangre, y continuó en el 2000 con sus aspiraciones: se separó de Liberación Nacional –el partido que lo convirtió en el primer ministro de la zona sur–, formó otra agrupación política y luchó por la Presidencia de la República.
A la postre, Solís logró integrar la segunda fuerza política del país, el Partido Acción Ciudadana (PAC), pero su tercer intento por alcanzar la primera magistratura le salió guero en el 2010 y hoy, desde frentes distintos al de una candidatura presidencial, el hijo de don
El último panal en donde metió la mano es el apoyo –condicionado– al plan fiscal promovido por el gobierno de su otrora rival de urnas, Laura Chinchilla.
El 7 de setiembre, se le vio bajar la rampa de Casa Presidencial, donde sostuvo una reunión con la mandataria y actuó como vocero del partido, logrando –una semana después– que el Ejecutivo aceptara 17 de los 18 cambios propuestos por Acción Ciudadana para dar sus votos a la aprobación del plan en la Asamblea Legislativa.
Aquella fue su reaparición tras meses retirado de los escenarios públicos. Algunos, lo catalogaron de resurrección política pues, tan pronto terminó el proceso electoral del 2010, donde coleccionó su tercera derrota, Ottón colgó para siempre su hábito de “candidato a Presidente” y salió junto a su esposa Shirley y sus tres hijas rumbo a Estados Unidos. Allá fue invitado como profesor en la Universidad de Notre Dame, en Indiana.
Don Beto se le escapaba a su señora muy de vez en cuando y se perdía entre las abras de la montaña. Pasaba meses volando hacha en los terrenos que, posteriormente, se convirtieron en patrimonio de los Solís Fallas, en lugares como San Vito de Coto Brus.
En esas andaba don
Una foto en blanco y negro, colocada en la sala de su casa, en San Pedro de Montes de Oca, muestra las manos gruesas de campesino de su padre, sosteniendo una aguja para inyectar vacas. Por supuesto, en el retrato no le podía faltar el chonete, muy parecido al que le cubría la cabeza el día en que Ottón le reveló sus aspiraciones políticas.
Puesto el retrovisor, y contrario a lo que cualquiera podría suponer, el hoy excandidato presidencial no considera una locura la decisión que tomó en el 2000 y que a su papá tanto le preocupó.
“Yo crecí con tareas grandes. Uno no puede ganar siempre si se pone metas cortas. Para dar algo al país en serio, hay que trabajar en serio”, comentó Ottón arrellanado en su sillón predilecto.
Desde pequeño, cuenta, aprendió de don Beto a trabajar duro. Las vacaciones escolares no existían. “Nos acostumbraron a no buscar méritos en lo que es obligación”, afirma con la fuerza que su voz está habituada a impregnar en cada palabra.
La regla en las fincas de los Solís era compartir el trabajo con los peones; así que los hijos del patrón no tenían allí ningún privilegio. “En esta casa se come todos los días; entonces, se debe trabajar todos los días”, decía el padre para justificar cómo, a través del trabajo, los guilas también aprenden.
La maña viene de mucho más atrás, pero es a don Norberto Solís Picado a quien se le reconoce el mérito de la laboriosidad familiar. Era el tataratatarabuelo de Ottón; él jaló con su familia y abrió pasos de montaña en San Marcos de Tarrazú y Santa María de Dota.
“Años después, mi abuelo, con mi papá de chiquillo, se fueron caminando a Pérez Zeledón cuando se vino la recesión de los años 30. Papá, ya basado en Pérez, se fue a lugares recónditos a hacer fincas. Toda esta gente tiene espíritu de hacer cosas; eso se trae en las venas”, asegura.
Y ahí está Ottón, nuevamente, en el ojo público, aunque es lo que menos le gusta y lo que más le incomoda. Porque a pesar de que se quiere quitar el saco de aspirante presidencial, amigos y enemigos políticos se lo vuelven a encajar.
Todavía en Indiana, la prensa le recordó –y le reveló–, entre otras cosas, las opiniones de dirigentes gringos sobre su aspiración presidencial y su posición anti-TLC, en los famosos cables de Wikileaks.
Posteriormente, se metió en el panal de apoyar, a nombre del partido que creó, un nuevo paquete tributario. Hace poco, se ha pronunciado con fuerza sobre las intenciones de algunos de los dirigentes del PAC de transformar el código de ética; algo así, como cambiar el tipo de sangre de una persona.
Está plantado: con el paquete tributario y con la inflexibilidad ética que debe caracterizar a los miembros del partido que fundó.
¿A quién habrá salido?
“Aquellos que, siendo estatistas, no se preocupan por la disciplina fiscal, son unos charlatanes ¡y punto! Esto es urgente. A mí me preocupa que el Estado, que debe tener buenos servicios públicos, esté quebrado. Para ser transparente, yo también creo que una buena forma de invitar al electorado a votar por nosotros o por una alianza es darle solución a los problemas nacionales. Y este es un gran problema nacional”, advierte.
Sus palabras explotan: “Al hacerse esa alianza el primero de mayo, se le acabaron las excusas a la oposición, que dice que todo es culpa del gobierno. Si algo es cierto es que, al final de esta administración, los males de este país no se le podrán achacar totalmente al gobierno, porque el Primer Poder de la República no es presidido por el partido gobernante”.
Promete que dará la lucha, no importa cuántos enemigos más deba cargar en un saco muy pesado que se ha acostumbrado a llevar sobre la espalda.
P ara su suerte, doña Consuelo lo alimentó bien de niño, algo que le ha dado una salud de roble. De no ser por el colesterol un poco alto que le apareció en los últimos exámenes que se hizo en el Ebais de San Pedro, el resto de Ottón está en buenas condiciones para soportar los bombazos que su nueva incursión pública ya le está acarreando.
El estrés que esto le puede generar a cualquier cristiano, Ottón Solís Fallas lo alivia caminando una hora diaria por el campus Rodrigo Facio, de la Universidad de Costa Rica, y acostándose temprano, como buen campesino que dice ser.
No le teme a los bombazos, no importa de las direcciones de donde provengan; menos, tratándose del tema estrella: el plan fiscal. Para eso, ¿o no?, se metió en la locura de la que lo previno, 11 años atrás,el olfato campesino de su padre, don