Las personas que viven en las zonas más cercanas a la planta nuclear de Fukushima en Japón sí tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer en una etapa posterior de su vida.
El peligro es mayor para los niños (pues sus cuerpos aún en desarrollo están más expuestos daños por la radiación) y las mujeres (por su carga hormonal).
Esa es la conclusión de un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras dos años de investigación del accidente nuclear tras el terremoto y sunami en Japón.
El reporte detalla que el riesgo de tumores sólidos en la zona más contaminada por el accidente aumenta en un 4% en las niñas, quienes también tienen un 6% más de riesgo de tener cáncer de mama. Además, la posibilidad de leucemia aumenta un 7% para los hombres que se expusieron de niños; y las niñas tienen incrementan su riesgo de de cáncer de tiroides un 70%.
En la segunda zona más contaminada, estos riesgos bajan a la mitad, y en el resto de Japón y del mundo no hay riesgo alguno.
“Es necesario monitorear la salud de las personas en alto riesgo. Deben darse las provisiones médicas necesarias y servicios de soporte, que incluyan monitoreo del aire y del agua”, dijo en un comunicado de prensa María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Ambiente de la OMS.
“Esto debe mantenerse como un elemento de vigilancia de la salud pública por décadas”, añadió.
Preocupación mayor. El documento recomienda ultrasonidos de tiroides cada dos o tres años a las personas de la zona más afectada, especialmente a las mujeres.
La afectación se debe a que dos sustancias, el yodo radiactivo y el cesio 137, pueden dañar la glándula tiroides y, por consiguiente, alterar el metabolismo de la persona.
A largo plazo (incluso 25 años), puede darse cáncer de tiroides. Como medida se recetan pastillas de yodo natural, para que sean absorbidas por la tiroides hasta que la glándula se “sature” y no absorba yodo radiactivo.
Estas no son las únicas medidas. La limpieza de sustancias radiactivas sigue, así como el monitoreo de fuentes de agua y suelos.
El entorno social y emocional también se estudia. El informe señala la importancia de vigilar la salud psicológica y social de los habitantes en zona de riesgo.