Solo se conoce una excepción sobre el comportamiento de los animales que convivían con Adán y Eva: la astucia de la serpiente. El diálogo entre ellas es inolvidable, especialmente por la toma de la palabra de parte de la culebra. Sirvan estas palabras para presentar La divina chusma , libro de Rafael Ángel Herra. La obra incluye 101 cuentos (o 101 ingeniosas fábulas) publicadas en una atractiva presentación de Uruk, Editores, tal y como nos viene acostumbrando esta activa editorial.
Hay muchas versiones del inicio de las fábulas; algunas se remontan a Mesopotamia, 2000 a. C. Gracias al lenguaje, al fabulare , a la literatura, aquellos narradores antiguos dotaron al animal de palabra y le abrieron la posibilidad de ser protagonista de historias.
Este ingenioso invento pasó a la cultura griega, en la que Esopo es el gran representante de la época; luego, en la cultura latina destaca Gayo Julio Fedro. Más adelante sobresalen Rabelais y La Fontaine, y así hasta nuestro días.
La fábula tradicional tenía estas características: a) personajes animales; b) argumento y desenlace que entretienen y aleccionan; c) final sorpresivo; d) moraleja de carácter instructivo que se deduce al final del texto y se hace explícita. En el Index motifs , catálogo de motivos de relatos folclóricos de Antti Aarne y Stith Thompson, las fábulas aparecen clasificadas como cuentos de animales con el fin de incluir una moraleja.
La divina chusma cuenta con la nada despreciable suma de ciento un cuentos o fábulas, a sabiendas de que muchos teóricos actuales no hacen distinción de género. Se inicia con un prólogo titulado “Los animales se presentan”, una especie de junta de animales de ciencia, donde los narradores, todos animales, se presentan ante los lectores para hacer una evaluación sobre el comportamientos de sus congéneres, que están en entredicho.
Un valor esencial que tiene este conjunto de textos es que da un giro y se subleva frente al género tradicional. Lo enriquece, lo actualiza y, con gran sagacidad, no solo pone a hablar a los animales dándoles una personalidad propia, sino que elabora acuciosas analogías entre el comportamiento de los hombres y de los animales. La analogía es tan sólida que, en muchas ocasiones, el lector se funde en las entrañas del comportamiento del animal hasta hacernos sentir que estamos ante el Animal sapiens .
En la fábula “La astuta serpiente” dice la protagonista: “Los animales se engullen cualquier historia que les cuenten. Creen, por ejemplo, que serán sabios si se comen el fruto del árbol del bien y del mal que les ofrece una serpiente colgada en sus ramas. Difundí este cuento por todo el reino. La verdad es otra, pueden creerme. Cuando tengo hambre me las arreglo inventando cualquier truco para atraer a mis presas y clavarles los colmillos”.
La técnica de estas novedosas versiones consiste en encontrar características físicas o “psicológico-instintivas” que hacen que, como un espejo, el Homo sapiens se reconozca en ellas. Estos rasgos de la “personalidad” de ciertos animales analogan fácilmente con comportamientos humanos. Por esto podemos hablar del binomio Homo sapiens/Animal sapiens.
Otro cambio en relación con la fábula tradicional es que se subleva a ser un catálogo de exhortaciones a buenos comportamientos. Simplemente muestra los hechos, y el lector deduce, juzga y se mira en un espejo.
El autor se propuso el desafío de retomar un género ancestral y darle un giro para que sus contenidos tengan un nuevo e inusitado encuentro con la condición humana o, más bien, con la relación Homo sapiens/Homo animal.
Luego de leer estos cuentos ingeniosos, humorísticos, cáusticos, llenos de brío y encanto, el lector se enfrascará en el epílogo que, además de ser un deleite estilístico, es una gran metáfora de la “analogía” sublime que existe entre ambos reinos –hombre y animal–, los dos salidos del Paraíso, y desde entonces enfrentados al mundo.
¡Que clase de imaginación la del autor de sacarle el jugo a cada movimiento, rasgo, instinto, características a animales que podrían ir desde el majestuoso cisne de Darío a las pobres sabandijas kafkianas!
Igualmente importante a lo anterior es dejar constancia de la impecables escritura. Herra es un escritor costarricense cuidadoso hasta la saciedad de su estilo, desde su primera novela, La guerra prodigiosa . Igualmente ha sido su trayectoria en sus ensayos, cuentos y otras novelas.
Vaya una felicitación a la editorial Uruk por acoger, dentro de sus publicaciones, este texto sui generis , novedoso, ameno y especialmente tan sabio. Agradezcamos a Rafael Ángel Herra por habernos dado este verdadero regalo: un bello trabajo creativo lleno de humor y de encanto.