Llámase niño, en términos generales, a aquel aditamento que pende, unido por un cable, del extremo de un reproductor multimedia portátil. En mucho se parece a lo que actualmente se denomina adolescente, muchacho en el pasado y mozo en la antiguedad, diferenciándose de este por su presentación más pequeña y su menor resistencia a la autoridad paternal.
También se le encuentra asociado por el pulgar en forma casi permanente a la telefonía móvil, o simplemente conectado, en el ámbito doméstico, a ratón y teclado de la computadora. En sus formas más básicas, puede ubicársele frente a una pantalla de televisor, aunque resulta evidente su predilección por los aparatos que no presentan tanto rezago tecnológico.
El cuido de los niños resulta hoy día más sencillo. A diferencia de tiempos pasados, en los que se les alimentaba con comida doméstica, la cual implicaba gran demanda de energía y esfuerzo, actualmente funcionan a base de comida rápida.
Ofrece esta la ventaja de minimizar la convivencia familiar y sus eventuales fricciones: mientras un miembro del núcleo hace fila frente a un mostrador del food court , el segundo paga en otro, el tercero toma asiento, y el cuarto ya pagó, comió y botó la ingente cantidad de pajillas de plástico, vasos de estereofón, papeles, cartones y servilletas, producidas por el consumo. (De allí su nombre: comida basura).
En caso de que el niño, una vez en la mesa, intente interrumpir la conversación de los adultos con su cháchara insustancial, se le conecta de un simple gesto a un aparato y se neutraliza.
Si bien el niño suele engordar y necesitar ropa de tallas más grandes, en revancha, las enfermedades graves y/o irreversibles que desarrolle se manifestarán más probablemente en el futuro, cuando el gasto que implique su tratamiento no deba ya correr a cargo de los progenitores.
Dado caso de que se aglomeren en su casa, por razones de socialización, varios niños, en lugar de prolongar usanzas obsoletas, como la de proponer un partido informal de futbol, un paseo al aire libre, o tomarse el tiempo suficiente para sacarlos al parque, bien se pueden alquilar suficientes dispositivos de almacenamiento óptico, más conocidos como “dividís”, “devedés” o, antaño, “películas”.
El desembolso es moderado, el cuido mínimo, y proporciona al adulto amplia libertad para desarrollar actividades vitales, fundamentales e ineludibles. Como, por supuesto, la de producir los ingresos suficientes para la adquisición de iPods, o reproductores multimedia portátiles.