No es cualquiera el que termina campeón nacional con su equipo, Saprissa, y casi de seguido cruza el charco hacia la exótica Turquía, para hacerse con un nuevo cetro, esta vez, la Copa del Mundial de Abogados, que se celebró entre mayo y junio en ese país (1.800 abogados conformaban 66 equipos).
Ese fue el caso del arquero morado (y abogado) Fausto González, quien junto con Hugo Madrigal, Fabián Azofeifa, Francisco Cordero, Wálter Villalobos, Rolando Corella y Fermín Morales, exfutbolistas de primera o segunda división, marcaron la diferencia y se hicieron sentir en la cancha junto al resto de sus compañeros.
Infiltramos a un Topito entre el grupo y lo cierto es que nos trajo un colorido anecdotario, que reseñamos a continuación.
El viaje fue toda una odisea, pues a pesar de que el grupo había salido subcampeón hace dos años en España, ni la empresa privada ni el Colegio de Abogados colaboró con la causa (o sea, viajaron con las uñas, como sucede con casi todo lo concerniente al deporte en el país).
Tres amantes del deporte se encargaron de patrocinar, parcial o totalmente, a algunos jugadores. Se trató de los abogados Enrique Rojas Franco y Mario González, así como el exajedrecista William Charpentier. Por la “apretazón” económica, el grupo iba muy limitado: llevaban apenas cuatro cambios y el portero suplente.
Aún así, lograron la proeza de llegar a la final contra México, en un partido durísimo porque los aztecas habían arrasado sin contemplaciones a sus contrincantes.
Ese era el equipo impecable, siempre uniformados, concentrados en sus habitaciones, patrocinados por la Comisión Nacional del Deporte Mexicano (Conade) y hasta habían entrenado ocho meses para el evento.
El vacilón fue que, tras la goleada de 4 a 0 que les propinaron los ticos, los mexicanos se negaron a cambiar camisetas y hasta argumentaron que Costa Rica llevaba muchos profesionales del futbol que no eran abogados (en realidad, eso no es posible porque la revisión de credenciales es muy estricta ).
La deducción humorística no podía faltar: a pesar de que aquí hay tantos abogados, como el futbol se paga tan mal en este país es frecuente que muchos exjugadores terminen siendo abogados.
Fausto atajó todos los partidos y le anotaron varios penales, en los que se jugó una esquina. Cuando se le preguntó qué había pasado con su ritual de “golero loco”, dijo que lo reservaría para un momento más especial... esto ocurrió en los cuartos de final frente a Serbia. Llegó un penal en contra y esta vez acudió a sus movimientos laterales de pies y manos y se dejó el balón. El equipo empezó a ganar el Mundial'
Carlos Solano regresó “bautizado” como “Nerviozzoti”, cortesía del humorista del grupo, William Charpentier. Dicen que cada noche antes del juego el hombre entraba en un trance tan serio y circunspecto que parecía un pleito de machetes... solo con el pitazo final se aflojaba.
Coletazos... Durante su estancia en Antalya, muchos quedaron boquiabiertos con la abundancia de esculturales mujeres. Algunos osados intentaron uno que otro acercamiento, pero al final tuvieron que admitir que, en este viaje, la fortuna les sonrió solo en el futbol.
Lo que sí consiguieron, y en abundancia, fue un famoso ‘té de viagra’ que venden en los mercados turcos. Fausto fue uno de los que se trajo un par de kilos....
Los abogados ticos jugaron contra la velocidad africana de Senegal (2 a 1 y 2 a 0); la mecánica e insistencia japonesa (Tokio, 1 a 0), la fortaleza física y el verborreo de los italianos (Roma 4 a 2 y Catania 2 a 1), la agresividad de los serbios (2 a 1) y el futbol latino de los mexicanos (4 a 0). Todas victorias' 7 juegos en 8 días, casi sin relevos, pero con las consignas escritas por Carlos Solano en su habitación muy interiorizadas: “Somos los mejores”, “ No hay nadie mejor”.
Lejos de las lides políticas y sus vericuetos, nos topamos un bonito cuadro familiar el domingo anterior en la iglesia de barrio Luján. A las 4 en punto llegaron la ministra de Comercio Exterior Anabel González, su esposo, el diputado liberacionista Francisco Chacón, y una de sus hijas. La familia Chacón González mantuvo un perfil muy bajo durante la eucaristía, tanto que este topo pipiriciego tuvo que abrir los ojotes para confirmar que eran ellos.
¿Mal desayunado? ¿Mal dormido? ¿Mucho frío? A saber. La cosa es que este martes, en la primera edición de Telenoticias , Eduardo Castellón anunció que “en Upala nacieron tres cuatrillizos”. (¡¡¡!!!)
Las anécdotas de los comunicadores designados en Sudáfrica probablemente demandarán más y más tinta y papel. Por lo pronto, les contamos que Eduardo Solano, enviado de Univisión y quien trabaja para la emisora ADN y para Al Día (ambos de Grupo Nación), sacó un ratico para dejar registro histórico de su presencia en ese megaevento y, mondo y lirondo, intentó posar con un grupo de indígenas para la foto. Pero no contaba con su astucia: los pellizcados aborígenes africanos le dijeron, por señas, que “no money, no pictures” y le exigieron una propinota antes de dejarse retratar como souvenirs .
A Solano también le tocó disculpar al legendario arquero paraguayo José María Chilavert, hoy compañero de labores suyo en Univisión, quien aceptó varias ofertas de entrevistas que luego tuvo que cancelar intempestivamente por obligaciones laborales. Chilavert le pidió encarnizadamente a Solano que les explicara a sus colegas que no se trataba de irresponsabilidades o ‘divaditis’, sino de cuestiones de contratos laborales. Menos mal que aclaró: con su fama de antaño'
Derecho de respuesta enviado por el licenciado Jonatan Picado León, a raíz de lo publicado en ‘El Topo’ el domingo pasado: “Ante la publicación contenida el domingo 13, me permito manifestar: en ejercicio de mi profesión, en este caso concreto, asumí la defensa del derecho fundamental consagrado en el artículo 39 de la Constitución Política, según el cual todo ciudadano se presume inocente hasta tanto no sea condenado en juicio.
“¿En qué planeta vivo? Cuestiona la publicación. Al respecto, respondo: en un país donde impera el estado de derecho, en el cual el honor de cualquier ciudadano es un valor supremo que, al ponerse en entredicho, reclama ineludiblemente la dilucidación garantizada por la imparcialidad y el debido proceso.
“En el país que me heredaron mis abuelos juzgan los Tribunales de Justicia, no los comentarios de ‘los usuarios en las notas de La Nación o en Facebook’, palabras textuales de la publicación. Detrás de un comentario o hecho noticioso en Internet, podrían esconderse intereses no declarados, en busca de afectar la honra de alguien. Cualquier enemigo podría aprovechar ese instrumento para lanzar nubes de duda respecto de la aptitud moral de un tercero. Las redes sociales en Internet han resultado un instrumento potenciador fabuloso de la democratización, al facilitar el acceso a la información y participación masiva en la creación de opinión dentro de un foro abierto a miles de millones, donde prima la mayoría y a la vez la decisión de cada quien de formar parte de él. Pero el poder de juzgar sobre la inocencia de las personas, reside en los jueces de la República.
“No le corresponde a los medios de comunicación determinar cuáles son las ‘causas perdidas’ –palabras textuales del artículo– porque, de ser así, ¿para qué entonces llevar a juicio un caso? Ya el órgano informativo habrá condenado, y en ese ‘planeta’, no quedaría más que el linchamiento público al margen de la acción judicial. No quiero ni pensar que sea esa la nación que se construye en nuestro tiempo.
“Finalmente, respecto a la frase lapidaria contenida en el artículo ‘nos queda el sinsabor de cómo hay gente cómo el abogado'’, conservo la esperanza de que no se cierna nunca sobre los costarricenses un dedo inquisidor, que contrariando la riqueza de diversidad de pensamiento, descalifique gratuitamente a quien asuma una posición contraria”.