El hallazgo de 22 tortugas lora (
A los expertos les inquieta, por un lado, que los animales afectados pertenecen a una misma especie y, por el otro, que aún se desconoce qué es lo que está enfermando a estos animales al punto de causar su muerte.
Desde hace un par de semanas se están haciendo análisis y se esperan resultados en unos 15 días.
Científicos de la Universidad Nacional (UNA) y la red de especialistas en tortugas marinas Widecast ya confirmaron que los animales sufrieron alteraciones y daños en riñones, pérdida de masa muscular y grasa, así como anemia (mal que altera la composición de la sangre).
Ellos creen que estos síntomas podrían deberse a la exposición de las tortugas a agroquímicos o metales pesados disueltos en el agua del mar donde habitan.
Sin embargo, aclaran que esta es una hipótesis que aún debe comprobarse.
“La posible contaminación que se genera por los cultivos de palma africana, arroz y piña, dada la concentración de agroquímicos, puede estar depositando por escorrentía alguna sustancia que esté afectándolas directamente ya que, cada vez que la tortuga come, ingiere agua”, manifestó Claudio Quesada, de Widecast.
Dicha contaminación no solo pone en riesgo a los quelonios, sino también a su alimento, el cual consiste en crustáceos como los camarones.
“Todavía no sabemos si el problema que las afecta está en la costa, en mar abierto o en una zona específica”, aseveró Kinndle Blanco, veterinaria de la UNA.
Blanco consideró difícil precisar dicho dato. “La lora es una especie que viaja mucho y determinar lo que le pasó es complicado”, manifestó la especialista.
Por lo poco común de la situación, decidieron reportar el caso a Widecast y ayudar en el rescate.
En el sitio se liberaron cuatro neonatos (crías), mientras 18 tortugas adultas fueron trasladadas a las oficinas del Ministerio del Ambiente, Energía y Telecomunicaciones en Puerto Jiménez.
“El estado de las tortugas era preocupante”, recordó Claudio Quesada, de Widecast, quien fue uno de los biólogos que las atendió. Los expertos detectaron que algo malo ocurría al observar conchas y algas pegadas al caparazón y otras partes de las tortugas (ectobiota).
“Eso pasa cuando el animal ha estado mucho tiempo flotando en el agua. Estas tortugas tenían al menos dos meses de estar así”, explicó el científico.
Quesada añadió que, al estar flotando tanto tiempo, condición poco común en quelonios, los animales tienen dificultad para alimentarse: “Estimamos que no comieron en 15 días” , dijo. Por la misma razón, las tortugas también presentaban deshidratación grave.
Los biólogos de Widecast, junto a una veterinaria de la UNA, procedieron a revisarlas y clasificarlas según su estado: once estaban graves y seis muy graves.
A todas se les pesó, se les tomaron muestras de tejido y sangre, se les trató con antibiótico, vitamina B y la dexametasona (hormona sintética con propiedades antiinflamatorias e inmunosupresoras).
Luego de recuperarse, ocho tortugas fueron liberadas en el mar. Las que estaban más delicadas fueron trasladadas al Parque Marino del Pacífico, en Puntarenas.
Natalia Corrales, coordinadora del programa de conservación del Parque Marino, notó que las tortugas estaban muy quietas y con la cabeza caída, algo anormal en ellas dado que son muy activas.
Igualmente, la bióloga observó que tanto las heces como la orina tenían un color inusual.
Asimismo, Corrales confirmó que, a pesar del tratamiento y los cuidados, todas las tortugas a su cargo fallecieron.