Julio César Gómez Moya es un hombre de pocas palabras y suele quedarse casi mudo cuando en su vida suceden eventos tan importantes como los del pasado miércoles, en Liberia.
Sentado en un salón ejecutivo, vio cómo, a sus espaldas, el ingeniero Rónald Chang Díaz corría una puerta de madera para presentarle, a través de los cristales, el prototipo del motor de plasma que podría llevar al hombre hasta Marte en pocos años: el Vasimr.
Se tragó las palabras mientras el director ejecutivo de Ad Astra Rocket Company Costa Rica lo pasaba al laboratorio y le mostraba el motor que ha puesto a volar el nombre del país en el mercado de la industria aeroespacial internacional.
El joven cartaginés, de 30 años, cumplió así su sueño de conocer el laboratorio donde el equipo liderado por su ídolo de infancia, el astronauta Franklin Chang, mejora la tecnología para cumplir una de las metas más acariciadas por la humanidad.
“Impactado”, fue lo único que logró decir. Luego, su mamá, Ana Lorena Moya –quien lo acompañó en la visita junto a su marido, Julio César– contó que su hijo no logró dormir la noche anterior, tal era la emoción por el viaje que haría desde Cartago para ver realizado otro de sus sueños.
La historia pública de Julio César con Chang comenzó hace 17 años, cuando se encontró con el cosmonauta durante una visita de la tripulación espacial a la vieja metrópoli . El encuentro fue relatado con detalle por la entonces Revista Dominical. Entonces, se contó que aquel pequeño soñaba con ser otro Franklin.
A finales de agosto pasado, Proa visitó de nuevo a Julio César para ver qué había sido de aquel niño con sueños de astronauta. Fue así como encontramos que el joven trabaja en paquetería de un centro comercial cartaginés, y que por problemas de aprendizaje heredados de un nacimiento prematuro, no pudo viajar a las estrellas como ingeniero aeroespacial. No obstante, todavía conserva su interés por el espacio.
Dijo que quería conocer el motor de plasma y Ad Astra lo invitó. Durante la visita del miércoles al laboratorio, sus papás se encargaron de capturar en fotos esos inolvidables minutos de Julio César junto al Vasimr.