Padecer de anemias, tener predisposición a actitudes violentas y experimentar embarazos no planificados son parte de los males que acechan a los menores que crecen en la pobreza.
Así lo reveló la pediatra, ministra de Salud y rectora del área social, María Luisa Ávila.
La funcionaria explicó que la pobreza impide que los menores tengan una alimentación nutritiva, lo que desemboca en problemas anatómicos y cerebrales.
En el país, la mortalidad infantil es de 8,6 por cada 1.000 habitantes y la desnutrición es de uno por cada 1.000 habitantes.
Aunque las cifras son bajas en relación con otras naciones, la Ministra puntualizó que los niños que viven en pobreza experimentan anemias por falta de hierro y vitaminas en sus dietas.
Dichos elementos son esenciales para el desarrollo del cerebro y fortalecer las defensas del organismo ante virus y bacterias; por ende, los menores pobres son más propensos a padecer enfermedades.
“En los dos primeros años de vida la formación es fundamental; si el cerebro no se le desarrolla suficientemente bien, puede haber en el futuro deficiencias para el aprendizaje; además, está comprobado, que están más expuestos a la delincuencia, la drogadicción y otros poblemas sociales”, detalló.
Pocas oportunidades. Los menores que viven en pobreza se enfrentan además a un entorno social caracterizado por la delincuencia y la falta de oportunidades.
La socióloga Monserrat Sagot, de la Universidad de Costa Rica, manifestó que esa población en general tiene menos acceso a los servicios públicos, como la atención en salud y la educación.
“Las puertas se cierran, las opciones de ascenso son limitadas y la pobreza se reproduce”, dijo.