El lunes se conmemoraron 19 años del fallecimiento del poeta español Luis Rosales (1910-1992). Tres de sus poemas nos reviven.
Larga es la ausencia
Tu soledad, Abril, todo lo llena. Colma de luz la espuma y la corriente. Aurora niña con su sol reciente. Toro en golpe de mar como mi pena.
La soledad del corazón resuena
desierto ya como un reloj viviente,
como un reloj que late porque siente
la marcha de tu pie sobre la arena.
Y así vas caminando sangre adentro,
sangre hacia arriba, hacia el primer encuentro,
sangre hacia ayer en la memoria mía;
¡ay, corazón, donde me pisas tanto!,
¡qué soledad sin ti, cierva de llanto!
qué soledad de luz buscando el día.
Y escribir tu silencio sobre el agua
No sé si es sombra en el cristal, si es sólo calor que empaña un brillo; nadie sabesi es de vuelo este pájaro o de llanto; nadie le oprime con su mano, nunca le he sentido latir, y está cayendo como sombra de lluvia, dentro y dulce, del bosque de la sangre, hasta dejarla casi acuñada y vegetal, tranquila. No sé, siempre es así, tu voz me llega como el aire de Marzo en un espejo, como el paso que mueve una cortina detrás de la mirada; ya me siento oscuro y casi andado; no sé cómo voy a llegar, buscándote, hasta el centro de nuestro corazón, y allí decirte, madre, que yo he de hacer en tanto viva, que no te quedes huérfana de hijo, que no te quedes sola allá en tu cielo, que no te falte yo como me faltas.
Me están mirando en tus ojos
Me están mirando en tus ojos
los ángeles del instante,
los ángeles que han perdido
la memoria al contemplarse.
Me estoy reuniendo en tus brazos;
te siento casi quemándome;
arden el tronco y las ramas
pero las hojas no arden.
Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales.