El futbol profesional, afiliado a la FIFA, es un bloque compuesto por jugadores, cuerpo técnico, árbitros, dirigentes, aficionados, patrocinadores y otros elementos, regido por normas, emanadas unas de la naturaleza del juego y de la propia organización mundial, y todas, sin distinción, por las leyes de cada país y valores de alcance universal.
Desde este punto de vista, si se desarrollan competencias deportivas nacionales e internacionales ordenadas y estructuradas, estas dependen, en última instancia, más allá de los confines de una cancha, de otro tipo de competencia subyacente de orden moral. Ambas dimensiones deben cuidarse celosamente. En este orden de ideas, cobra importancia la noticia difundida, el lunes antepasado, por el periódico noruego Dagbladet sobre la venta, de parte de la Federación Costarricense de Futbol (Fedefutbol), de 2.158 boletos sin controles ni comprobantes, con ocasión del Mundial realizado en Alemania, a la empresa europea Euroteam, especializada en reventas. Dicho diario especificó que Hermes Navarro, a la sazón presidente de la Fedefutbol, y Aquil Alí, jerarca entonces del C. S. Herediano, “fueron los encargados de hacer el negocio”. Navarro negó su participación en esta transacción, pues todas las entradas –dijo– se entregaron a los patrocinadores de la selección nacional de futbol. En cuanto a Aquil Alí, no ha dado respuesta a las frecuentes llamadas de este periódico.
Una auditoría externa efectuada por la empresa Carvajal y Colegiados en el 2006 comprobó, por otra parte, que la Fedefutbol vendió 2.200 boletos sin control. Asimismo, la suposición de Navarro de una posible lista en el seno de la Fedefutbol con los nombres de las personas que utilizaron los tiquetes no encontró asidero en la realidad. La auditoría citada del 2006 verificó que no hay trazas de este registro. De resultas de estos informes o revelaciones, la actual Fedefutbol nombró, por primera vez, un auditor interno, prueba de la forma alegre o desaprensiva con que se manejaron estos asuntos en el 2006.
En cuanto a la denuncia del periódico noruego, esta entidad, si bien está trabajando en un plan para manejar los boletos, conforme a derecho y moral, manifestó inicialmente que no actuaría de oficio sobre la denuncia en Noruega, en espera de la solicitud expresa de algún dirigente o liga asociada.
El panorama, con todo, ha comenzado a aclararse. El Comité Ejecutivo de la Fedefutbol decidió antenoche llevar el asunto de los boletos a una asamblea extraordinaria el 23 de noviembre próximo. ¡Albricias! Una buena señal.
Si este es un objetivo inmediato y necesario, en el orden legal y moral, el futbol nacional, esto es, el conjunto de partícipes enunciados en el primer párrafo de este editorial, clama –y exige– que se limpien todos los salones y rincones del futbol costarricense. Hay suficientes elementos de juicio en el campo financiero, en los traspasos de jugadores, en el incumplimiento reiterado del pago del salario, en la conformación de clubes, en la ambigüedad de posiciones de algunos dirigentes, en el origen de algunos recursos y hasta en actos delictivos que no pueden seguir en la penumbra.
Todas las preguntas merecen respuestas cabales, concretas y transparentes. Estamos en la frontera o en los límites de una descomposición preocupante que ni el amiguismo ni el temor ni una falsa paz interna deben tolerar.
Todo lo publicado hasta ahora, dentro y fuera del país, diagnostica una situación muy grave. Hemos de pasar de las reacciones de escritorio, de orden, hacia el futuro, a las decisiones formales en el campo de la investigación, de cara al pasado y al presente.
La lucha por un puesto de honor en el Mundial del 2014 en Brasil exige atestados de honorabilidad y de autoridad para limpiar el futbol nacional y expulsar de su seno a quienes pretendieran mancillarlo o aprovecharse de él.