Acabamos de ver el primer debate presidencial para las elecciones en Estados Unidos. Según la mayoría de los analistas de los principales medios de comunicación, Romney surgió como el triunfador. Una encuesta hecha por CNN mostró que un 67% de los votantes consultados pensaban que Romney había sido el ganador, contra 25% a favor de Obama.
A Romney se le vio más cómodo en el escenario. Fue más agresivo e incisivo. Se le vio bien preparado, utilizando con astucia cifras para criticar la labor de Obama. Le increpó varias veces que lo que había hecho para sacar a Estados Unidos de la crisis económica no era suficiente. A Obama se le vio más a la defensiva, no tan preparado. Como si estuviera fuera de práctica para hacer debates. Según Mark Mardell, editor de la BBC para Estados Unidos, a Obama "se le veía como si hubiera preferido estar celebrando su aniversario de bodas con su mujer", en vez de pasar 90 minutos debatiendo. Defendió los resultados económicos de su gestión, alegando que se han creado 4,5 millones de empleos.
Aunque, en este primer debate presidencial, los candidatos no sacaron a relucir toda su artillería política, sí se vieron algunos destellos de la dirección que cada uno quiere tomar. Romney pareciera que ha tomado el mismo lema que utilizó Clinton en la campaña presidencial de 1992: “Es la economía, estúpido”. Centró su discurso en enfatizar que su objetivo primordial era ayudar a los norteamericanos a salir de la crisis económica. Para ello, él considera que se le deben dar incentivos al sector privado para que invierta y produzca más. Parte de esa estrategia implica bajar la tasa de impuestos, y que sea el norteamericano quien decida cómo mejor gastar sus dólares. De esa manera, la economía se reactivaría, las empresas producirían más y contratarían más empleados.
Obama, por su parte, hizo énfasis en la política social. Trató de posicionarse como el protector de la clase media. Le puso mucho énfasis a su programa de salud pública, Obamacare. Para él, la manera de salir de la crisis es mediante programas de ayuda social. La idea es que los norteamericanos sientan que hay una especie de “red de seguridad” que no permite que sus ingresos caigan demasiado. Al sentir mayor confianza, la gente gastaría más, y eso haría que las empresas produzcan y contraten más empleados.
Quedan varios debates más y algunas semanas de campaña. Está por verse si Obama podrá sacar de nuevo su retórica y modo afable que lo llevó a ganarse el favor de los votantes hace 4 años. Por su parte, queda por verse si Romney logra capitalizar este buen debate en convencer a la gente que él, y sus políticas, son los que pueden sacarlos de la crisis económica.