–La respuesta es tan simple como que dejé la disciplina de inyectarme el Botox en mi frente. Entonces, no es nada con la prensa. El día que retome el Botox, me van a ver sin el ceño fruncido de nuevo.
–Cuando entramos a campaña e iba a debates, la gente me veía brava y me recomendaron el Botox para suavizar la expresión de la frente. Pareciera que la cosa resultó. A la larga, habrá que retomarlo para que los periodistas no nos interpreten mal.
–Me gusta prepararme para las cosas y no me gusta la improvisación. Eso es cierto. Creo que hay un poco de intolerancia a la improvisación, pero con la prensa he procurado siempre ser muy transparente. Lo único que uno siempre pide es que haya un trato respetuoso y que entiendan que un presidente no tiene por qué tener todas las respuestas cuando un reportero lo exige.
–Lo que está en mí es sacar adelante la agenda que prometimos en el proceso electoral. El cómo la prensa vaya cubriéndolo...
–Es un asunto de la prensa. ¿Qué puede hacer uno? Me parece peligroso cuando los mandatarios pretenden que la prensa los cubra de una u otra manera y terminar hasta aspirando a controlarla, a decirle lo que tiene o no que decir. La prensa hace su papel; yo, el mío.
– Ups. ¡Si fuera por lo que a uno le guste o no le guste! Pero esa no es la vía. Más que de los excesos de la prensa, América Latina ha padecido de los excesos de los regímenes que han querido callarla. Por eso, creo que es mejor pecar de exceso de tolerancia, que de exceso de recelo frente al trabajo de la prensa.
– Francisco Chacón no viene para responder por el resultado de esa encuesta. Viene en calidad del excelente profesional que es. Lo de la amistad es secundario. Viene a acompañarnos en el cierre de nuestro gobierno que va a requerir de una estricta alineación entre lo que hacemos y lo que decimos. Tengo que reconocer que, al arranque del gobierno, quizá nos preocupamos más por hacer y menos por decir.
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– Laura no está desinflada. Hay algo particular en las mediciones de nuestro gobierno: la gente pareciera hacer una separación entre la persona y la gobernante. En lo personal, la gente sigue siendo tan cariñosa como siempre y sigue habiendo una apuesta profunda de que vamos a sacar las cosas bien. Sí, hay un juicio más severo sobre la presidencia y no hay la menor duda de que la complejidad de las circunstancias en que nos tocó tomar el país en el plano de las finanzas, nos obligó a dar malas noticias. Pero no podíamos esconder el quiebre del gobierno central y de la CCSS. Además, nos tocó posicionar la necesidad de la reforma tributaria. No he encontrado ningún presidente que pueda ganar adeptos en las encuestas pidiendo impuestos.
–Sí hablamos de los impuestos y tengo el video en el que decía que íbamos a dar un espacio para que la economía se recuperara y que en ese momento pondríamos sobre la mesa nuestra reforma tributaria.
– No me sorprendí del tamaño del déficit, sino de la enorme rigidez que íbamos a tener que enfrentar para reducir el gasto.
– No sé en qué parte de sus expectativas pude haberme distanciado o si hay alguna que más bien he rebasado.
– Compartimos campaña y gobierno, pero no se trataba de pasarle a uno un manual.
– Eso fue un mensaje cargado de sexismo porque la figura del delfín siempre está en la historia política de las naciones. Los “delfines” en Costa Rica han sido varones, mas nunca los ridiculizaron ni cuestionaron. Pero bastó con que llegara una “delfina” para que ocurriera.
– No, para nada. Creo que la gente tiene que superar ese trauma, pero entiendo que sea inevitable.
– Depende de la agenda, pero claro, con José María hay una cercanía generacional.
–No, en absoluto. De la mano de un tratado o convenio que regule las relaciones entre el estado costarricense y el Vaticano, yo no le vería ningún problema. No tenemos por qué plantearlo como un acto hostil.
– Mis amigos gais, que los tengo y son muy queridos y cercanos, están evaluando a Laura Chinchilla por las obras que se comprometió a hacer. No pretendían que llegara a solucionar ese tema. No engañamos a Costa Rica porque no se planteó en campaña.
–Me habría ido directamente a adoptar. Todavía no me cierro a esa posibilidad. Hace poco lo volví a conversar con mi marido.
– ¿Para cuándo pensaría en esa posibilidad? ¿A su salida del gobierno?
– No sé. Me hizo falta tener más hijos, esa es la pura verdad. Y me habría encantado tener una niña.
– Cuando las decisiones se van al plano personal, uno no puede juzgar a la gente.
– Nuestra administración mandó el proyecto de ley pero los diputados no han querido dar una respuesta y ahora vamos a tener que enfrentar una demanda, pero está en manos de la Asamblea.
–¡Uf! Montones de incendios, pero déjeme decirle que allí ha estado Laura Chinchilla, porque me hago presente. Sin embargo, no por eso hemos dejado de atender la agenda de trabajo.
– Ya empezamos a trabajar. Se está capacitando a los profesores y arrancamos
–Más allá de la retórica, lo que va a encontrar es una convergencia hacia el centro, recogiendo lo mejor de cada uno de los idearios.
Cuando uno sabe lo que quiere en la vida, nadie es peligroso.
– Depende de lo que entendamos por lealtad. La lealtad se define en función de principios, de valores. Recuerdo una persona decirle a otra que, por haber denunciado a un ministro, había sido desleal con el gobierno. Esa persona fue papá que, siendo Contralor, denunció a un ministro de Estado frente a la opinión pública y el Presidente de entonces le reclamó. No entiendo la lealtad como encubrir, así sean amigos.
–Tampoco se trata de hacer escarnio; pero si hay un error grave, uno tiene la obligación de hacérselo ver a la persona y si la cosa es tan grave como que requiera otro tipo de reacción, hay que hacerlo. Pero ahí no es uno el que lanza al amigo al asador, él se lanza a sí mismo.
– ¡Ojalá!
–No, no. Es más, déjeme decirle una cosa, creo que el PAC cometería un gran error compartiendo directorio con nosotros porque ellos han actuado con un gran sentido de responsabilidad, apoyando la más impopular de las políticas, que es una reforma tributaria. Y lo han hecho porque también están convencidos. No pidieron nada a cambio más que una negociación dentro de la misma reforma tributaria. El salir apoyando a Liberación podría confundir a la gente.
– Entonces, ¿lo que están trabajando es quedarse con el directorio completo?
– No, lo que hemos venido diciendo es que estamos abiertos a escuchar alternativas. Además, no es la revancha de Laura frente al directorio. Es que creo que Costa Rica le reclama a la Asamblea Legislativa...
– Sería muy simplista verlo así. Sí, fue uno de los capítulos que posiblemente teñirán de gris mis recuerdos del paso por la Presidencia, pero no tiene que ver ni con vanidades ni con orgullo herido. La preocupación es por nuestra institucionalidad y el debilitamiento por alianzas que se conforman simplemente para oponerse.
– En la primera etapa del gobierno nos metimos de lleno a trabajar y fallamos en comunicar y explicarle a Costa Rica el porqué de las situaciones.
– Mi gobierno no es semejante a ningún otro. Uno de mis grandes triunfos es que la gente empieza, finalmente, a juzgarme por lo que yo soy. Al arranque, me dijeron que yo no era yo; cuando empecé a tener gestos de ser yo, me dijeron ingrata. Cuando ya no quedó duda de que yo tenía mi propia ruta trazada, dijeron que me había desviado del camino. Lo importante es que la gente sepa que vinimos con nuestro propio ideario, nuestra ruta fundamentada, y un estilo propio de hacer las cosas.
– Un gobierno se recuerda por una o, máximo, dos cosas. ¿Por qué quiere que se recuerde el suyo?
– Si yo pudiera dejar el país siendo un lugar más seguro del que me encontré, esa sería la huella más importante.
– Diría que pondero los escenarios. No estamos administrando una empresa; tomamos decisiones que impactan a todo el país. El peor riesgo de un gobernante es ser precipitado.
– No diría que lenta, soy cautelosa.
– Estoy convencida de que la propuesta que le trajimos a Costa Rica va a permitirle el relanzamiento de su modelo de desarrollo para los próximos años.
–Costa Rica debe entender que tenemos que relanzar el modelo de desarrollo del país con nuestras dos grandes ventajas competitivas: la inteligencia de su recurso humano y la bondad de su medio ambiente. ¿Cómo se expresa? Dentro de ese marco de acciones que hemos venido impulsando, sí hay una que si bien no nos la propusimos desde el arranque va a ser importante hacia delante. Es: ¿qué vamos a hacer con la forma en que estamos tomando decisiones? ¿Qué vamos a hacer con la forma como estamos operando el sistema político? ¿Qué vamos a hacer con la gobernabilidad?
– Hay que hacer algunas reformas a nuestro sistema político y es posible que nos atrevamos a dejar planteadas algunas reformas en ese sentido.
– No, todo lo contrario. Estoy mucho más inserta en redes, que en la campaña.
–La de Twitter (@Laura_Ch) es mía. Nadie tiene la clave. Así que el día que algo me pase, dejará de funcionar. Si a alguien no le gusta el mensaje, a la única que le pueden reclamar es a Laura Chinchilla. En Facebook entro menos a contestar, pero sí la monitoreo, y si hay algo importante que atender, les pido un trato más personalizado.
– ¿Qué no me gusta?
– Lo más duro es que las necesidades son infinitas y los recursos son limitados. Particularmente, nuestra administración pública está padeciendo de muchísimo entrabamiento y entonces las decisiones no llegan con la agilidad con que las demandas sociales se presentan.
–En los países más avanzados, la salud presidencial es de interés público. Sin embargo, no hemos visto su reporte médico.
– Porque el mío está tan bueno que ni siquiera me hacen chequeos médicos...
– De pequeña, siempre fui muy alérgica, pero lo superé gracias a un muy buen tratamiento.
– Sí. Desde muy pequeña, como parte de las alergias empecé a perder la vista. Ya hace unos 15 años tuvieron que hacerme trasplantes de córneas. Quedé muy bien.
–Es una maravilla. Como me tuvieron que tornear tanto los ojos, me pusieron con uno a ver de lejos y con otro a ver de cerca, y entonces se produce un empate.
– ¿Presión arterial?
– Normal, con independencia de las circunstancias.
– Predomina el bueno sobre el malo.
– Trato de caminar un poquito y de hacer un poquito de pesas.
– Están contenidos.
– Muy bien.
–Hasta ahora no.
– No.
– Como para disfrutar de un par de copitas de vino diarias cuando termino la jornada, con mi esposo, en mi casa.
– No, salvo los tratamientos hormonales que nos recomiendan seguir a las mujeres después de cierta edad.
– No; mi mejor terapeuta es un masajito cada 15 días.
– Pasando el umbral de mi casa y compartiendo con mis dos hombres, mi hijo y mi esposo.
– Nunca me lo han maltratado y eso de verdad que se lo agradezco al pueblo de Costa Rica.