En setiembre del 2008, Christina Aguilera reapareció en los premios MTV para cantar su nuevo sencillo Keeps Getting Better ataviada con un traje negro pegado, al estilo Gatúbela; el cabello platinado y una actitud rebelde con toques góticos.
“La presentación fue un fiasco. No porque la canción fuera mala o las virtudes vocales de Aguilera hayan desaparecido, sino porque su presentación fue una copia barata de una cantante novata que, en ese momento, no llevaba ni tres meses en el negocio del espectáculo: Lady Gaga”, así lo reseñó LA Weekly .
En Internet acribillaron a Aguilera, quien ya contaba con años en el medio, y cuando le preguntaron sobre su imitación de Lady Gaga, ella dijo que no la conocía y que no podía imitar algo intrascendente.
Hoy, poco más de año y medio después, Aguilera parece estar en segundo plano y, la joven “intrascendente”, aunque muchos la rechacen, es la artista femenina más influyente del mundo pop, cuyos álbumes se venden por millones.
Es inevitable: todos hablan de Lady Gaga, ya sea por sus cualidades musicales, sus polémicas declaraciones o su absolutamente extravagante gusto en el vestir, que la han hecho ídolo de millones de adolescentes, quienes ven en su irreverencia una forma de expresión única y válida.
“No he visto nunca algo semejante a Gaga. Ella es diferente a las otras cantantes pop. Perdurará en el tiempo”, dijo en su blog Perez Hilton, quien, sin desenfado, ha manifestado su admiración por ella.
Lady Gaga ha tomado por sorpresa a una industria acostumbrada a la aparición constante de cantantes desechables, rubias –en su mayoría–, sin voz ni conocimientos musicales. Nombres como Jessica y Ashley Simpson o Mandy Moore, ya son cosa del pasado.
La única que se salva es Britney Spears, tal vez porque hizo vibrar la música en los años 90.
El camino para ser llamada ícono aún es muy largo para Lady Gaga; sin embargo, ella avanza a pasos agigantados.