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Laboriosidad y espíritu de servicio

Vivimos en una sociedad enferma de un vacío de Dios

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Una tarde observaba cómo el viento mecía las flores de un árbol de laurel; unas estaban ya marchitas y otras blancas y frescas, y recordé que algunos costarricenses están como esas flores marchitas: cansados, desilusionados, deprimidos, sin afanes; otros son optimistas y alegres, como aquellas flores blancas. Tal vez haya algo común entre unos y otros: inclinados a vivir en las apariencias, nos olvidamos de penetrar en ellas y de arribar a lo concreto, a lo real, hasta captar la luz de la verdad en ellas oculta.








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