Las denuncias ambientales aumentan año tras año. ¿Se cometen más infracciones o se denuncia más?
Yo pienso que es lo segundo. Hay mayor organización por parte de los costarricenses para denunciar. En el caso del Tribunal Ambiental, se está encontrando una instancia que se ha ganado una opinión favorable. No creo que haya aumentado la incidencia, creo que la gente está entendiendo qué es daño ambiental.
¿Falta una legislación más exigente con la protección de las áreas naturales?
No, la legislación me parece que es adecuada. Lo que está haciendo falta es una mayor fiscalización por parte de las entidades competentes. Pero eso va más allá. Yo creo que lo que hace falta en el país es una política nacional de prevención del daño ambiental. Somos muy buenos en políticas ambientales, pero el país adolece de una política preventiva.
El agua es el recurso más castigado por infracciones ambientales. ¿Qué riesgos conlleva esto para la sociedad?
Tenemos un serio problema. Estamos bendecidos por la cantidad de agua que anualmente nos llega, pero es una verguenza que comunidades de la zona caribeña o el área de Guanacaste no tengan agua potable. Nos puede llover mucho, pero si esa agua la seguimos contaminando o degradamos los bosques, en un tiempo –que espero que nunca se dé–, corremos el riesgo de que el país esté sin agua.
El país tiene una amplia legislación en materia ambiental. Sin embargo, muchas infracciones son cometidas para desarrollos inmobiliarios o cultivos. ¿Por qué?
Hemos tratado de hacer convenios con instancias privadas para darles talleres para que la incidencia baje. Es increíble lo que ha pasado en el manglar de Puntarenas, así como la misma desidia de las instituciones públicas. Si el que se desarrolla logra entender que tiene que ser amigable con la naturaleza, no solo bajan las denuncias, sino que hacemos un desarrollo sostenible como está en la legislación costarricense.
¿Vamos hacia una sociedad con más conciencia ambiental?
No soy tan ambicioso para hablar de conciencia; digamos que nos estamos sensibilizando. No es ponerse un tatuaje para decir que soy ambientalista, es que estamos hablando de la supervivencia humana. Si este país le apostó a la Costa Rica verde, pues de verdad hagamos una política preventiva, fortalezcamos las instancias que sancionan el daño ambiental y planteemos un sistema educativo para entender que, o protegemos el ambiente o nuestra sociedad va a padecer en los próximos diez años grandes calamidades.