Luego del desdén que sufrió como forma de comunicación y representación artística, la caricatura obtuvo la atención que se merecía: desde los últimos decenios del siglo XX hasta la fecha, la caricatura ha sido objeto de revisión como forma expresivo-visual por la historia y las teorías del arte occidental.
Ya en el siglo XIX, Charles Baudelaire, poeta y defensor de una protohistoria cultural de la modernidad, opinaba: “Sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”.
En el siglo XX, el historiador del arte Ernst H. Gombrich puso de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante cómico: “El dibujante, por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista”.
El interés que suscita hoy el humor gráfico –más conocido como caricatura en Costa Rica– radica en la enorme cantidad de información que estas humildes obras nos proporcionan: por un lado, pueden revivir cualquier acontecimiento, desde los más triviales hasta los más importantes; por otro, nos permiten hacernos una idea perfectamente clara de la forma de pensar y de la visión del mundo de aquellos individuos, de sus artífices y de la sociedad que la envuelve.
Por todo ello, el humor gráfico nos proporciona información en tres aspectos importantísimos: el cultural, el estilístico y el sociopolítico. Una vez más, la investigadora Ana Sánchez Molina despliega con rigurosidad e inteligencia su interés por esta forma artística popular: la historia, el desarrollo y la incidencia tanto social como cultural del humor gráfico en el seno de la sociedad costarricense.
Su obra forma parte de la Colección Historia del Humor Gráfico, impulsada por el Departamento de Humor Gráfico de la Fundación General de la Universidad de Alcalá de Henares. Sin dudas loable y pionera, la intención del Departamento se centra en estudiar, difundir y valorar el humor gráfico en el ámbito iberoamericano.
El volumen sobre Costa Rica es particularmente valioso para el contexto bibliográfico nacional. Ana Sánchez Molina ha cumplido y excedido en su obra los objetivos primordiales de esta colección: llegar a un público no especializado.
El libro resume y reconstruye una significativa memoria visual de la historia del humor gráfico costarricense, que abarca desde sus orígenes en la Costa Rica independiente hasta las manifestaciones más actuales del humor gráfico, con sus propuestas culturales independientes que rebasan esta tendencia en su discurso multicultural y pluriestilístico, propio de los sectores contraculturales del país.
De tal forma, su contenido hace patente esta premisa: de la ridiculización de políticos al esparcimiento, a los juegos de diversión e ingenio, de la ilustración a la crítica, de la denuncia social al anuncio publicitario y la propaganda política, de la reflexión a la risa franca y abierta'
Ya fuere en la prensa escrita, en revistas o sitios en Internet, la autora ha dado cuenta de la identidad costarricense y la vigencia tanto en el pasado como en el presente de las identidades culturales, su ideología y su proceso social. La riqueza de la información que nos brinda Ana Sánchez, pionera y primera difusora sistemática del tema, reaviva polémicas y clarifica el desarrollo de una historia cultural, que gráficamente se inserta por derecho propio dentro de los anales de la historia de Costa Rica.
Sin que sea su pretensión inicial, la caricatura es capaz de construir visualmente los entretelones de la memoria histórica de un país. Por todo ello, su libro se torna un texto fundamental tanto para especialistas como para legos en estos ámbitos.
Al respecto, Azorín, el gran autor español, escribió en 1913:
“El capítulo de eutrapelia, del divertimento espiritual, es sumamente importante en la historia del desenvolvimiento humano; haciendo la historia de la ironía y del humor, tendríamos hecha la sensibilidad humana y consiguientemente la del progreso, la de la civilización. La marcha de un pueblo está en la marcha de sus humoristas”.