Posiciones independientes, retadoras y desacomplejadas. Argumentaciones estudiadas y firmeza para sostenerse incluso bajo la presión de las potencias. Una visión valiente que incluso llevó a la embajada de Estados Unidos a concluir que Óscar Arias acreditaba a Costa Rica “un papel descomunal” en el escenario mundial.
Costa Rica estuvo lejos de ser un títere durante su paso por el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), durante el 2008 y el 2009.
La Embajada de Estados Unidos se pasó esos años señalando la intención de Costa Rica de jugar como grande en el máximo foro multilateral del mundo, en medio de las principales potencias políticas y con temas tan complejos como lejanos para el país centroamericano.
“Lo que el gobierno costarricense en verdad quiere, en especial en el Consejo de Seguridad, es respeto, genuina asociación y ser tomado en serio en áreas donde tiene pericia y algo que ofrecer. Costa Rica no quiere solamente participar en el Consejo; quiere mejorarlo.
“Para bien o para mal, creemos que esto seguirá dando forma a la posición de Costa Rica en muchos asuntos del Consejo”, se lee en el comentario hecho por el embajador Peter E. Cianchette en agosto del 2008, en uno de los mensajes revelados por WikiLeaks.
Esta es solo una de las frases reiteradas en las comunicaciones de los diplomáticos estadounidenses sobre Costa Rica durante los dos años en los cuales el país fue uno de los 10 miembros no permanentes que acompañaron a las cinco potencias con puesto fijo en el Consejo de Seguridad.
Los mensajes ponen a la vista una fuerte actitud propositiva, frecuentes objeciones en la elaboración de resoluciones y posiciones confrontativas en discusiones sobre la situación en Birmania, programas de asistencia en Irak o sanciones para Corea del Norte. Incluso, se habla del “perfeccionismo costarricense”.
“Anticipamos que Costa Rica querrá que se le incluya en cualquier reunión o sesión informativa ampliadas del Consejo de Seguridad con el Secretario General u otros funcionarios claves. El gobierno costarricense se considera un socio completo y miembro activo del Consejo, y no deseará ser pasado por alto”, dice un mensaje preparativo de un viaje de Arias y el canciller Bruno Stagno a una Asamblea General de la ONU.
Ellos aprovecharon cada minuto para proyectar y aplicar su política exterior “de grandes ligas” desde el principal foro multilateral del mundo, basado en Nueva York.
Apegados a la autoridad internacional de Costa Rica en materia de derechos humanos y desarme, el equipo habló “con voz propia”, dirigido por Stagno y coordinado en la sede por el embajador Jorge Urbina (ahora en Holanda).
“Como renombrados defensores de los derechos humanos globales, el presidente Arias y Costa Rica claramente desean ser parte de esta iniciativa”, se escribió en un reporte sobre una resolución acerca del recién independizado Kósovo.
A los diplomáticos de Estados Unidos les sorprendió la actitud de Costa Rica al principio y después la reconocieron, no sin antes advertir a las autoridades en Washington la necesidad de aplicar presiones allá, en terreno propio.
Costa Rica “estaba claramente desilusionado de que no le hubieran dado suficiente oportunidad para ‘hacerse escuchar’ en este asunto (sobre Corea del Norte). Este es un conocido estribillo tico (...) Reiteramos lo que hemos reportado en el pasado: si buscamos seriamente apoyo costarricense en asuntos claves en el Consejo de Seguridad, debemos centrar la acción en Nueva York o dar instrucciones de gestión más oportunas de Washington”, dice un mensaje enviado en junio del 2009.
Uno de los cables recoge una conversación entre Stagno y Brian Hook, secretario de Estado para Organizaciones de Asuntos Internacionales. Este le preguntó al Canciller por el porcentaje de coincidencia, quien especuló con un 30% de similitud de votaciones.
Hook le precisó que era un 14% y Stagno se sorprendió, según el reporte diplomático. El secretario Hook señaló que los encargados de asignar recursos en Washington podían ver esta brecha con desaprobación. Entonces Stagno “puso en claro que el gobierno costarricense no tenía que andar ‘a paso cerrado’ con Estados Unidos y no se debería esperar que lo haga”.
Después agregó que no veía informes sobre coincidencia de votaciones desde que era embajador, en el 2005, aunque la embajada aseguró haberle enviado uno en el 2007.
Estados Unidos vio esa actitud como el reflejo de los intereses de Arias por la política mundial y la especialidad de Stagno en lo multilateral, desarrollada también en su período como embajador ante la ONU (2002-2006).
Las acciones de Costa Rica en el Consejo de Seguridad estuvieron enmarcadas por la promoción del desarme mundial y por los tres grandes virajes diplomáticos de Arias: el acercamiento a los árabes (con el traslado de la embajada en Israel y el reconocimiento de Palestina como Estado), el establecimiento de relaciones con China y la formalización de relaciones con el Gobierno de Cuba, en los comienzos del 2009.
Esa política de “ampliación de fronteras” mantuvo en vilo a la diplomacia de Estados Unidos en San José, siempre pendiente de cuál sería la próxima sorpresa.
“Costa Rica acabará su período sin haber progresado mucho en sus prioridades declaradas de desarme y de reforma a Naciones Unidas (en los métodos de trabajo)”, concluyó Brennan.
Una de las consideraciones de los diplomáticos estadounidenses aludía el tamaño del equipo costarricense en el Consejo de Seguridad, inferior al del resto de miembros, fijos o temporales. El país en ningún momento contó con más de 10 funcionarios para ese foro.
“Además, cambiar la forma de trabajar en el Consejo de Seguridad es como querer modificar costumbres históricas de una familia muy tradicional”, dijo Jorge Urbina en su último día en el Consejo.