Al otro lado del teléfono, su voz se escucha clara, determinante, plagada de seguridad. Desde que tenía 12 años de edad Tim Ralston aprendió mucho sobre supervivencia gracias a su padre, un exmilitar quien por su preparación le inculcó el deseo de ser una persona siempre lista para lo inesperado.
Ahora él quiere hacer lo propio con sus dos hijos varones, a quienes lleva de paseo al desierto de Arizona para enseñarle técnicas de supervivencia que incluyen defensa personal y el uso de armas de fuego.
Ya sea un corte de tres días en el suministro eléctrico o un tsunami, su consigna es siempre estar preparado. “Un desastre es un desastre”, dijo Tim durante una conferencia telefónica que NatGeo ofreció a medios de toda Latinoamérica y en la cual participó
Él niega que toda esta preparación equivalga a algún tipo de paranoia o miedo constante de que algo tan terrible vaya a ocurrir. “Yo veo el escenario, me preparo para lo peor y espero lo mejor. Ese es mi motor”.
¿Y cuál sería para Tim el peor escenario? “Creo que vivir sin electricidad sería lo peor, de manera que si comienzas un plan de preparación para el peor escenario, en caso de que ocurra cualquier cosa en el medio, como un pequeño corte de corriente o escasez de comida, estarás preparado para enfrentarlo sin lío”.
Para Tim ser un
También piensa que la gente que ha tenido la suerte de no haber experimentado nunca una tragedia, vive en una especie de burbuja de cristal. Pero la actitud cambia cuando son víctimas de un desastre natural o de situaciones causadas por el ser humano, o como en el caso de él y su esposa, cuando se convirtieron en papás.
“Cuando tienes 20 años te crees invencible. Pero una vez que tienes hijos y esos pequeños dependen de uno, tu actitud cambia por completo (') “Lo último que veré en los ojos de mis hijos es, papá, tengo hambre, o papá, estoy asustado. Eso no va a suceder. No mientras estén bajo mi cuidado”.
En el norte de Arizona, un desierto cercano a su casa es para Tim uno de los lugares más seguros y es ahí donde eventualmente iría a parar con su familia en caso de que ocurra un desastre.