El desistimiento de don Rodrigo Arias de sus aspiraciones presidenciales abre un fabuloso cofre de sorpresas. Hallamos ahí, mal enterrados, varios retos y oportunidades para todos los partidos. La incógnita es si las sabrán sortear y aprovechar.
Para Liberación se esclarece un cielo de verano, como el azul del Puerto. Evitar la lucha fratricida de una convención abierta significa un ahorro substancial de recursos financieros y humanos, menos ofensas y trapos sucios asoleados por precandidatos resentidos, y centrarse en una nueva propuesta programática para 2014, más socialdemócrata. Además, permitiría a doña Laura gobernar tranquilamen- te por el resto de sus días (hábiles).
El gran vacío es para el sector empresarial y el ala derecha de Liberación, prohijada por el arismo. ¿Qué harán los empresarios al saberse abandonados por los precandidatos de su propia estirpe? Primero, se fue don José María Figueres; luego, Antonio Álvarez; y, ahora, desembarcó Rodrigo Arias. Sabemos que el sector empresarial se había apuntado, al unísono, con el PLN, pues le ofrecía una plataforma favorable para hacer negocios, y sin reforma tributaria (aunque alardeaba de lo contrario). Ellos no sienten afección –o muy poca– por Johnny Araya, a quien consideran ubicado a la izquierda (comparado con Arias) y con denuncias aún pendientes de cabal sanación.
Ese vacío podría ser aprovechado por la oposición, siempre ayuna de fondos, para reconciliarse con ellos, pasar el sombrero, y recibir el apoyo de sus trabajadores, que son una valiosa fuerza electoral. En Costa Rica, es muy difícil ganar sin la bendición de la mano opuesta al corazón. Pero se necesita un candidato capaz, capaz de inspirar confianza entre empresarios y el sector profesional, muy fuerte intelectualmente y con las manos limpias, como don José Joaquín. Hallarlo no es difícil. Lo duro es poner de acuerdo a las dirigencias de los partidos y convencer a los precandidatos. Ahí está el nudo de la cuestión.
¿Le conviene a la oposición unirse? Sí. Definitivamente. ¿Le conviene ir a una convención abierta y desgastarse en otra lucha fratricida? No. Para nada. Han de verse en el espejo del PLN, audaz y pragmático. Más bien, les encaja integrar una comisión multipartidista en la que estén representados los precandidatos, barajar nombres dentro y fuera de los partidos y escoger el mejor. Y reservarles un puesto preferente en el Congreso a todos los precandidatos para apaciguarlos ahora y foguearlos para después. ¿Que no sería muy democrático? ¡Por favor, no me joroben! La alternabilidad en el poder es mucho más trascendental para preservar la democracia.