Analicemos un poquito el pensamiento actual y las acciones del Banco de Reserva Federal (FED) de los EE. UU. y sus posibles repercusiones en Costa Rica. El tema involucra algún tecnicismo, pero no lo podemos evitar. De alguna manera influirá en todos nosotros.
El acta de la última sesión del Comité Federal de Operaciones de Mercado Abierto, liberada la semana pasada, afirma que están dispuestos a embarcarse en un nuevo ejercicio de política monetaria expansiva (QE3) para estimular el crecimiento y combatir el desempleo. Se quejan de que el PIB solo crece un 2% y el desempleo brama, rejego, lejos del redil (8,2% de la fuerza laboral).
Estiman que la expansión será modesta en los próximos años por el desempleo (círculo vicioso), bajo nivel de consumo (más ahorro), desconfianza en las políticas fiscales, lenta recuperación de los sectores inmobiliario e industrial, y las vicisitudes del mercado europeo. Además –y esto es importante– sus proyecciones de inflación se ubican debajo del 2%. En esas circunstancias, pueden darse el lujo de inundar de liquidez su propio mercado (y el mundial) sin que el aumento de precios asome su feo rostro.
Pero no todo es claro en ese cielo. Uno de sus directores, Jeffrey Lacker, disiente. Le invade el temor de inyectar más liquidez y mantener bajas las tasas de interés por un período prolongado. En el fondo, le preocupa la inflación futura asociada con tasas tan bajas y tanta liquidez. Por eso, todos decidieron curarse en salud. Si en la próxima reunión, programada para setiembre, el PIB se recupera y hay signos de inflación, desistirían de actuar. Pero si la situación se mantiene –que es lo más probable– veremos mucha plata y tasas de interés de corto plazo cercanas a cero. Y seguiremos padeciendo. Con tanta liquidez y bajo costo del dinero más allá del 2014 el capital seguiría fluyendo a los países en desarrollo y deprimiendo los tipos de cambio.
¿Qué debemos hacer? Por mala suerte, hay pocas opciones. Si el Central insiste en mantener las bandas, tendrá que intervenir y generar inflación. Prolongar la situación hasta ver variar la política de la FED implicaría demasiado tiempo. Debería liberar el mercado cambiario y concentrar su esfuerzo en estabilizar la inflación para controlar mejor los costos internos y combatir la apreciación cambiaria. El Gobierno ha de buscar mayor equilibrio fiscal y promover la productividad de las exportaciones para contribuir también a compensar la apreciación y el efecto recesivo de más impuestos. Serían pasos duros pero eficaces. Si no, tendrán que explicar cuáles serían las opciones alternativas y sus posibles efectos para podernos preparar.