Música del alma
Su voz, clara y pausada, la expresión de adolescente feliz, y el alma que imprime a sus canciones hacen de Jessica Schifter Kleyman una cantante talentosa, además de especial, porque su habilidad e inteligencia se combinan de forma perfecta para ganar la batalla al Síndrome de Down.
Desde muy pequeña y por iniciativa propia -cuentan sus padres-, decidió orientarse a la música. Ha participado en los cursos de interpretación y canto La estrellita de Yamaha, y desde hace dos años recibe clases de canto en el Instituto de Música Moderna.
"A mí me encanta la música; me siento feliz cuando canto y también cuando voy a la academia, porque allí todos me quieren mucho", señaló Jessica, quien también disfruta mucho de su tiempo en la escuela y de las clases de ciencias.
Cursa el sexto grado en el curso regular del Instituto Dr. Jaim Weizman.
A sus 13 años, pasa el tiempo libre con sus amigas, con su mascota Chupeta, con su hermano Addy (de nueve años) y con los juegos de computadora, otra de sus aficiones.
Sus gustos en la música son muy variados. Le agrada cantar temas románticos -ahora practica el tema Amor en tus ojos, de Soraya-, pero, cuando se trata de bailar, prefiere los ritmos modernos, como la salsa y el rock.
Como cualquier chiquilla de trece años, le ilusionan las fiestas, las salidas con amigas y las compras. Afirma: "Siempre me gusta estar bonita"; además, el Batmitza (acto judío de presentación de las niñas en sociedad) que realizará este año.
Jessica es hija de José Schiffter y Roxette Kleiman, padres que, al hablar de ella y de sus logros, no pueden ocultar, ni lo intentan, el orgullo hace sentir a su hija.
Pasos de ganador
Sus pasos infantiles se hunden en el enorme campo desde los tres anos. Ahí tomaron fuerza, se volvieron grandes, hasta que el césped verde lo vio convertirse en un campeón.
Pablo Enrique Montoya Pazmiño, a sus doce anos ya es una de las figuras más reconocidas del golf nacional e internacional. Recientemente obtuvo el décimo segundo lugar en el Mundial Juvenil de Golf, categoría de once a doce anos, realizado en San Diego. Torneo que contó con la participación de 150 golfistas.
Impulsado por su padre, que también es un amante del golf, Pablo, se relacionó con el deporte desde muy pequeñito, "desde que corría detras de mi papá, y jugaba con palos de plástico" como él mismo recuerda.
"Luego me fui quedando hasta que me pusieron entrenador y empecé a competir en la categoría infantil. Su primer torneo fue en 1993, donde obtuvo el primer lugar nacional, a este le siguieron eventos internacionales como el Torneo Centroamericano de Guatemala, en el mismo año, el torneo Sony, y el último realizado en Estados Unidos.
Admirador del coraje y la capacidad de Tigger Woods, Pablo explica que lo más atractivo del golf, además de la belleza del campo, es "lo que se puede lograr cuando uno conecta la mente con la mano y sale una buena jugada". Además lo emociona el reto de poder jugar contra gente mayor y más experimentada.
Pablo es Seleccionado Nacional, y juega además con el equipo del Club Cariari, donde practica uno o dos horas todos los días. Combina sus horas de entrenamiento con las clases regulares en la escuela Internacional Cristina y otras de sus aficiones, la televisión, los paseos en la playa, el ajedrez y el futbol.