Como Florentino Zalagueta, su nombre de pila, nadie lo conocía, pero como fray Isidoro de Mezquíriz, era uno de los padres franciscanos, leyenda viva, en la ciudad de Cartago.
El pasado miércoles 24 de julio, a los 88 años de edad y tras 59 de vivir en la Vieja Metrópoli, dejó de existir debido a enfermedades propias de su avanzada edad.
Llegó a Costa Rica en l954, a los 24 años, cuando su superior en Barcelona consideró que su aporte sería valioso en estas tierras como profesor de Teología y Filosofía en el colegio capuchino catalán.
No se limitó fray Isidoro a la labor espiritual, sino que participó en la función pública como uno de los primeros miembros de la Junta Directiva de la primera mutual de vivienda del país, la Mutual Cartago de Ahorro y Préstamo (Mucap), cargo en el que se mantuvo alrededor de cuatro décadas.
Esa institución le hizo un homenaje cuando cumplió 80 años, con un documental titulado: Una vida al servicio de los demás, y en el 2010, el obispo de Cartago, Francisco Ulloa, le hizo un reconocimiento en la catedral de Cartago, por sus 60 años de sacerdocio.
Ulloa, quien se encuentra participando en la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro, Brasil, hizo llegar un mensaje de pésame a la Orden Franciscana, en Costa Rica.
“Está muy conmovido”, dijo el vocero de la diócesis de Cartago, Carlos Oreamuno.
Este español-vasco, como le gustaba identificarse, se hizo sentir con sus sermones de Semana Santa, cuando, según el profesor José Alberto Gómez, “erizaba a la concurrencia, con su voz fuerte y grave, que iba recreando el calvario de Jesús y la culpa de los pecadores terrenales”.
Grabaciones de aquellos sermones, frente a las Ruinas, los Viernes Santos, son cuidadosamente conservados por Gómez, quien los transmite en programas de Semana Santa por la radioemisora La Fuente Musical. Precisamente, fray Isidoro consolidó, siendo superior del Convento, la Hermandad de Jesús Nazareno (tropas romanas), la primera que se creó en nuestro país.
Uno de sus últimos aportes, fue fundar el Convento de Clausura para las Hermanas Clarisas, la orden femenina del santo italiano Francisco de Asís.
Él gestionó y logró que el hacendado Luis Castro Monge, ya fallecido, le donara un amplio terreno, de la hacienda Las Cóncavas.
Con el “apellido” religioso que escogió tenía como fin recordar su pequeño pueblo de Mezquíriz, en Navarra, donde su familia era, humilde hortelana.