El 19 de noviembre del año pasado, luego de un desacuerdo con la fracción de la Unidad Social Cristiana, el diputado Luis Fishman deja la jefatura de la bancada y abandona las relaciones con sus copartidarios .
El legislador, quien se mantiene vinculado al PUSC como agrupación, no perdió vigencia gracias a su propio músculo.
No es de gratis. Tres veces diputado y con puestos altos en varios gobiernos, Fishman es referente para diputados de oposición. Y también para el oficialismo.
El primer año de Gobierno, el socialcristiano era el interlocutor del expresidente legislativo, Luis Gerardo Villanueva.
El segundo año, su nombre sonó fuerte para ser el presidente de la Asamblea con sello de alianza parlamentaria.
Derrotado en sus intenciones, el fantasma de Fishman rondó en torno a cada una de las discusiones legislativas que se dieron en la Asamblea.
Su despacho estuvo ligado a la caída estrepitosa de la reforma fiscal y también a la reinstalación del magistrado de la Sala IV, Fernando Cruz.
Hoy, la espada de Damocles se la colocó el diputado Fishman a su némesis parlamentario de esta administración: Luis Gerardo Villanueva.
El “trono” del presidente legislativo, según Fishman, debe ser para el diputado cartaginés del PLN. Su argumento es que Liberación Nacional debe terminar este gobierno con el control de la Asamblea, prácticamente para que las pulgas se le peguen al partido oficialista y no a la oposición.
Pero el socialcristiano también dice que Villanueva es el más experimentado y el más capaz. Muchos diputados, incluyendo compañeros del “gato” (como le llaman al cartaginés), no comparten el criterio y solo votarían por él a despecho de lo que piensan realmente. Pero no lo dicen. Públicamente, se dicen “la fracción más disciplinada”.
O sea, en el PLN no hay lugar para el disenso, o para otras legítimas aspiraciones.
Tampoco votarían jamás por Villanueva los diputados del PAC. Prefieren una administración de Granados, o votar todos en línea por la diputada ottonista, María Eugenia Venegas.
Menudo enredo. Abril atípico. Tamaña confusión. Lo cierto es que la oposición no tiene un cinco de opciones para volver a la presidencia, y solo puede soñar con intentar superar las diferencias para lograr una unión más allá del Congreso.