Decidir ser un consumidor “verde” es fácil, pero llevarlo de la palabra al hecho puede tornarse complicado, dada la variedad de productos que están disponibles en el mercado y la información poco clara que existe sobre ellos.
Entre el mar de artículos, la intuición de actuar en forma ambientalmente responsable lleva a los individuos a buscar etiquetas como “Biodegradable”, “Ecológico” o “100% verde”. No obstante, la mayoría de esos sellos se tratan de “autodeclaraciones” o certificaciones del mismo fabricante.
“El mismo productor es el que declara que sus mercancías son amigables con el ambiente, pero dichas categorizaciones pueden no tener una base técnica”, explicó Alfonso Montero, director de la Unidad de Certificación del Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (Inteco).
“Por ejemplo, un celular que viene en caja de cartón se dice que es amigable con el ambiente y tal vez su proceso de fabricación es contaminante”, añadió Montero. Así, la única garantía que tiene el consumidor sobre la veracidad de la etiqueta, es del fabricante.
En Costa Rica existe una certificación para alimentos orgánicos, basada en un reglamento del Ministerio de Agricultura y el sello Rainforest Alliance, de la institución homónima, que garantiza que el producto fue elaborado con prácticas responsables con el ambiente y con los trabajadores.
Elisa Pasos, directora de Certificaciones de Eco-lógica , dedicada a la certificación orgánica para productos agrícolas, explicó que para identificar esos productos se debe buscar en el empaque el sello de alguna agencia autorizada.
Por su parte, Inteco está desarrollando una norma de ecoetiquetado para certificar otro tipo de productos.
Si el artículo no tiene un sello, Fernanda Pía, encargada de mercadeo de Green Center , explicó que una opción es fijarse en los ingredientes y componentes del producto.
Poca exigencia. “La demanda de producto certificado no es equitativa en todo el mundo, hay mercados más exigentes y en los países de América Latina apenas estamos empezando a crear conciencia”, explicó Milagro Espinoza, encarga de prensa de Rainforest Alliance.
Contrario a otros mercados como el europeo, al no haber una exigencia por parte del consumidor local para que los productos tengan sello autorizado, los empresarios no se interesan en certificarlos.
Sin embargo, existe un potencial de cambio. “Ha crecido el interés por obtener información y ahora los consumidores leen las etiquetas y revisan”, dijo Silvia Chaves, de la empresa Florex, que fabrica productos de limpieza amigables con el ambiente.
La falta de información también se traslada a prácticas como el manejo de residuos.
Según datos del Censo 2011, el 23% del total de hogares del país separan su basura. Sin embargo, Sergio Gonzáles coordinador de la Red de Reciclaje de Costa Rica mencionó que la gente desconoce dónde llevar los residuos para reciclarlos.
“Separar los residuos, no es garantía de que alguien los recoja para reciclarlos”, mencionó.
A esto se suma que muchas personas no enjuagan los empaques, o bien separan artículos que no se reciclan. Al respecto Gonzáles comentó que: “entre el 10% y el 15% de los residuos clasificados que llegan a los centros de acopio terminan siendo basura”.