En cuerdas, trapecios, telas y hamacas, la danza aérea cada vez gana más seguidores entre los amantes del arte del movimiento; sin embargo ¿quién la puede practicar? ¿qué se necesita para hacer del cielo el escenario? Hace siete años cuando Carolina Cabañas, una experimentada maestra de danza aérea costarricense, comenzó a impartir clases de esta expresión, tenía apenas cinco alumnas. Hoy, gracias al auge que adquirió este baile entre personas de todas las edades, el grupo lo conforman ya 80 alumnos.
El repunte de este arte no es algo que solo Cabañas ha vivido en carne propia. Academias como Signos Teatro Danza, Krama Yoga, el Centro de Acrobacia Jaguares, el Taller Nacional de Danza y Warehouse Dance Center son testigos de cómo cada vez son más los aficionados a este arte; de hecho, en esta última institución en menos de tres años se pasó de cinco a 30 alumnas.
Otra muestra de este crecimiento es la creación de agrupaciones dedicadas exclusivamente a esto. Danzaire, Metamorfosis, Punto Muerto, el Circo Fantazztico y el Circo de la Luna son parte de ellas.
“La danza aérea le da muchas satisfacciones a quien la practica, pues luego de hacer un esfuerzo la gente logra elevarse y hacer las posturas; ese reto es el que hace que la gente se enamore de ella”, comentó Cabañas, quien ha estudiado en el Centro Nacional de Artes de Circo y el Centro Nacional de la Danza en Francia.
Con ella coincidieron Arturo González, de 19 años y Marianne Brenes, de ocho, ambos son alumnos de Signos Teatro Danza.
“Yo comencé esto como un reto. Con el tiempo me gustó más y se volvió apasionante ver cómo uno día a día va superándose”, aseguró González.
Brenes no se quedó atrás y dijo que aunque ella aún es una niña, ha descubierto en la danza aérea una forma de vencer sus límites.
“Cuando yo estoy subiendo me asusto, pero ese mismo miedo es el que me hace querer subir cada vez más alto”, comentó.
Variada. Aunque se llama danza aérea a aquella en la que sus intérpretes toman el cielo como escenario, dentro de esta expresión existen varias ramas diferenciadas principalmente por los instrumentos que ellos usan.
Sol Carballo, directora de la compañía Metamorfosis y coordinadora de la Escuela de Danza, Teatro y Circo del Parque La Libertad, aseguró que la danza en telas es la expresión más popular entre las nuevas generaciones.
En ella los intérpretes suben a varios metros de altura colgados de una tela elástica (qiana); una vez arriba hacen diferentes posturas.
Le siguen otras como la lira, en la que el bailarín se mueve en un aro suspendido en el aire; la hamaca, en la que el artista baila en un columpio hecho con tela; el trapecio, que es una barra metálica desde la cual las personas se balancean, y el mástil, que una barra vertical que se escala y desde la que se hacen diferentes posturas.
Finalmente, otro tipo de danza aérea es la vertical, en la que los bailarines usan las paredes de los edificios para hacer sus coreografías. Esto lo logran con arneses.
Practicar estas disciplinas trae muchos beneficios a sus aficionados, por ejemplo un aumento en la resistencia aeróbica, la flexibilidad del cuerpo y la concentración.
Para poder dominar cada una de estas técnicas, Carballo y Carolina Cabañas coinciden en que la clave está en la perseverancia que se le ponga al aprendizaje de este arte.
“Creo que cualquier persona que tenga el deseo de aprender puede hacerlo; yo he tenido alumnas con sobrepeso y también señoras que han querido aprender y lo logran”, aseguró Cabañas.
Por su parte Carballo añadió: “Yo no creo que cualquiera puede hacerlo porque no cualquier persona está dispuesta a entrenarse de la manera adecuada; además no todos son conscientes de que les tomará tiempo subir al aire. La tela exige mucho a la columna vertebral, si no se tienen las piernas, los brazos y el abdomen fuertes, no se puede hacer porque la columna es la más sacrificada”.
Importante. Antes de colgarse de cualquier estructura, recuerde la eterna recomendación para cualquier actividad física en la que el riesgo esté presente: hacerla bajo supervisión un experto.
“Quien toma las clases tiene que sentir su cuerpo trabajado, pero no maltratado a nivel emocional y físico. La danza aérea debe producir energía, no desgaste”, manifestó la directora de la compañía Metamorfosis.
Carballo recomendó a quienes buscan un centro de estudio preferir aquellos donde el aprendizaje es un proceso colectivo.
“El maestro no se puede sentar en una silla y desde ahí dirigir a su alumno; debe estar junto a él cuidándolo. De la misma forma deben estar sus compañeros de clase, siempre cerca cuidando a quien se está subiendo en ese momento”, enfatizó.
Mucho qué hacer. Aunque la danza aérea está dando sus primeros pasos en el país, las especialistas coinciden en que es necesario un mayor compromiso entre quienes la practican y entre quienes asisten a ver espectáculos.
“ En Costa Rica hay un gran deseo de aprender y desarrollar la danza aérea. Lo malo es que el público es poco exigente, porque la gente no logra discernir entre lo bueno y lo malo. Hay que ver la tecnica y el nivel de interpretación”, manifestó Carballo.