No es fruto de la casualidad que la energía sea uno de los temas centrales en las visitas de los presidentes Barack Obama y Xi Jinping. El abastecimiento de energía oportuno, de calidad y al menor costo es esencial para impulsar mayores niveles de desarrollo.
Tenemos muchos años de rezago y el reto se torna más complejo pues consumimos cada vez más y tenemos una alta dependencia de los combustibles fósiles, a lo que se suma un mercado que disminuye su oferta producto del cambio climático y del agotamiento del petróleo, situación que se agravará cuando mejore la recuperación económica y productiva global.
A priori, parece una contradicción que la agenda de la visita de Obama se centrara en energías más limpias y renovables, como el gas natural y el hidrógeno, y que en el caso del presidente Jinping, el eje central sea el de la refinería, por cierto, cuyos términos deben explicarse.
Luego de estudiar sobre el tema, entre otros, el “Plan Nacional de Energía 2012-2030” es claro que la dependencia del petróleo no va a terminar de la noche a la mañana, y que debemos lidiar lo más inteligente y estratégicamente durante esta etapa de transición, eso sí nunca perdiendo el norte de evolucionar hacia un país con 100% de energías limpias.
Nuestra dependencia del petróleo es grave. Este, en la estructura del consumo final de nuestra energía comercial (sin leña) asciende a un peligrosísimo 64,3% (2010), situación que se agrava en años como el presente que obliga al uso de derivados del petróleo para la producción de electricidad.
En tanto consumidores de combustibles fósiles, debemos disminuir nuestra exposición a los vaivenes del mercado, invertir en logística e infraestructura más eficiente, segura y que nos mejore las capacidades de almacenamiento para no seguir siendo “tomadores de precios”.
Nos alegra que el tema energético recobre mayor importancia que la que ha tenido hasta el momento. El Gobierno y el Congreso están en deuda con la tan necesaria nueva Ley de Electricidad, que ha visto múltiples proyectos y estudios en comisiones pero sin resultados. El país tendría más proveedores de energía, algunas de ellas más limpias y de menor costo.
La mayor deuda, sin embargo, en el tema energético está en no abordar decididamente el mayor de los problemas: el transporte, que demanda el 52,1% del consumo de derivados del petróleo y el 81% de energía por sectores. Aplaudo las reaperturas del tren, pero su contribución al problema es mínimo. La reforma al sistema de transporte público y privado, es claramente un reto-país, pero es también nuestra gran oportunidad.