Hay amores para toda la vida, aunque comiencen en un solo día: un 29 de febrero, o sea, cada cuatro años. Tal es la tradición en Irlanda y es de lo que se aprovecha la película
Anand Tucker se encarga de la dirección, a partir de un guion escrito por Deborah Kaplan y Harry Elfont. Este guion narra la historia de una joven bastante enamorada (encarnada por Amy Adams), quien viaja a Dublín para pedirle a su novio el matrimonio, o sea, que se casen, es que ya llevan bastante de noviazgo y él no hace por dónde comprometerse.
La muchacha piensa aprovecharse de una tradición irlandesa, según la cual solo un día cada cuatro años –el día 29 de febrero, año bisiesto– una mujer puede pedirle matrimonio a su novio con la certeza de que este contestará sí. En otras palabras: el novio está obligado a aceptar.
Cuando aparece el problema, la joven se verá obligada a pedirle ayuda a un rudo y joven mesonero irlandés, con quien tendrá que viajar un buen rato por la campiña irlandesa, a través de los más hermosos paisajes, todo ello para llevar a buen logro sus pretensiones, su oferta o su propuesta en la fecha indicada que la favorece.
En este momento, siempre dentro de su concepto romántico, el filme se convierte en refrescante largometraje lleno de paisajismo irlandés, lo que le da una nota agregada a la trama que bien puede uno imaginar en su resolución.