Los diplomáticos de Estados Unidos retrataron a Abel Pacheco de la Espriella como un presidente de pensamiento ambiguo y gestión pasiva, cuya administración (2002-2006) carecía de visión, dirección y disciplina.
Un hombre que, al finalizar su mandato, los hizo comentar: “Esperamos que la carrera política e influencia de Pacheco finalicen el día que deja la presidencia”.
Las primeras señales de Pacheco, al asumir su gestión el 8 de mayo del 2002, habían sembrado el optimismo entre los diplomáticos estadounidenses ya que durante sus primeros días en Zapote calificó al Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y Dominicana (TLC) como “un buen acuerdo”.
Sin embargo, muy poco tiempo después, las demoras y excusas presidenciales para enviar el TLC a la Asamblea Legislativa comenzaron a desesperar a la legación de Estados Unidos.
En octubre del 2005, el encargado de negocios de Estados Unidos en Costa Rica, Russell Frisbie, reflejaba ese estado de ánimo: “El presidente Pacheco sigue diciendo que enviará el TLC a la Asamblea Legislativa. El interrogante continúa siendo: ‘cuando’”.
Los estadounidenses también resentían los constantes cambios y las contradictorias declaraciones públicas que efectuaba el presidente Pacheco.
“Constantemente hizo declaraciones públicas contradictorias, expresó dudas respecto de si el TLC beneficiaría a los pobres y, luego, más recientemente, dijo: ‘Sin el TLC nos moriremos de hambre’”.
En la visión que los diplomáticos de EE. UU. reflejan en sus cables, la administración de Pacheco fue el emblema “de un gobierno temeroso de la oposición que se rehusaba a entrar en acción”.
Los analistas estadounidenses comentaban que “el presidente ha visto las renuncias de 18 ministros en su gabinete, algunas provocadas por el disparejo y titubeante apoyo al TLC. La mayor parte del equipo administrativo del Ministerio de Comercio Exterior que negoció el acuerdo abandonó el organismo en los últimos 18 meses”.
Los cables señalaban también que Pacheco estaba paralizado por las presiones de los sindicatos y los opositores al TLC, y que su ministro de Seguridad Pública creía que las protestas callejeras podían desbordar la capacidad de la Fuerza Pública para mantener el orden.
En los últimos meses de mandato, esta cadena de sucesos pasaba la cuenta a la imagen del presidente salido de filas socialcristianas.
“El presidente Pacheco ha visto su popularidad caer en el curso de su administración. Esto se debe, en parte, a que aceptó regalos y favores que violentaban las mismas leyes contra la corrupción que él defendía, pero la principal causa es que hay una opinión generalizada sobre su pobre desempeño”.
En mayo del 2005, Pacheco había sido cuestionado por recibir una membrecía de por vida para disfrutar de un megaproyecto turístico en República Dominicana.
Los estadounidenses, sin embargo, no lo consideraban un hombre deshonesto.
“No se sospecha que se haya enriquecido ilegalmente ni que haya cometido actos corruptos enjuiciables”, señalaron.
A pesar de esto, el balance al final de su gobierno fue lapidario: “La Administración Pacheco, que asumió el poder en mayo del 2002, se ha caracterizado por la pasividad, la inactividad y, para decirlo sin ambiguedades, por un vacío de liderazgo”, decía un cable confidencial de diciembre del 2005.