Si el humano le declarara la guerra a los ácaros, tendría todas las de perder. Los minúsculos artrópodos han colonizado cuanto ambiente se hayan propuesto con sus ocho patas, que están cubiertas de uñas que utilizan como garfios.
Sus conquistas se han extendido desde los polos más helados hasta los desiertos más áridos, donde más de 50.000 especies de ellos se reparten los territorios a su antojo. Esa cifra incluye solamente a las especies descritas, pero se calcula que hay entre 100.000 y 500.000 más que todavía no han sido estudiadas.
No se tome la molestia de intentar hallarlos escabulléndose bajo sus sábanas. Son tan minúsculos que solo pueden ser vistos a través de un microscopio con un aumento de 10x.
Son pocos los tipos de ácaros que se asocian con los problemas alérgicos para los humanos (ver infografía en siguiente página ), pero son suficientemente preocupantes para ganarse nuestro cuidado. En otras palabras, ¡son chiquitos pero matones!
Lo que más debe llamar nuestra atención es que sus escondrijos predilectos para habitar y multiplicarse son los cuartos de las casas o, más específicamente, las almohadas de nuestras camas, las alfombras sobre las que caminamos y el cómodo sofá que utilizamos para reposar a diario.
Para alimentarse, especies como
Todas las partes del ácaro favorecen la alergia, pero su excremento es el alergeno por excelencia. Una partícula es alergénica en la medida en que pueda suspenderse en el aire y disolverse en el agua.
“Además, muchas de esas partículas cuentan con capacidad enzimática propia; es decir, sirven como enzimas en los organismos que las producen”, explica el médico alergólogo Olman Riggioni. “La proximidad con la que se encuentran (los ácaros) en los nichos de la vivienda del ser humano, los hace candidatos ideales para producir problemas”, agrega.
En Costa Rica, el Valle Central cumple con las características más favorables para la sobrevivencia y multiplicación de estos seres microscópicos. La humedad constante y la proliferación de polvo se convierten en factores que aseguran su supervivencia.
Los ácaros pueden ser causantes de activar una reacción alérgica, así como de provocar rinitis, dermatitis alérgica, asma y conjuntivitis. En casos más graves, pueden causar también brotes en la piel y picazón (pruritos acarinos).
Riggioni explica que cuando un paciente se encuentra sensibilizado (cuando tiene proteínas que reaccionan contra el ácaro y activan la reacción alérgica), un segundo contacto con estos seres puede desencadenar o empeorar todos los síntomas alérgicos ya mencionados.
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Los hábitos de limpieza de la “vida moderna”, la acumulación desmesurada de objetos en las casas y los sistemas de aire acondicionado, dificultan la lucha contra los ácaros.
Para erradicarlos, algunos expertos recomiendan el uso de productos acaricidas, pero antes sugieren hacer una prueba alergológica para determinar el motivo de la alergia.
Cuando se elige usar acaricidas, estos deben aplicarse con atomizadores sobre colchones, almohadas, figuras de peluche, asientos de carro, alfombras y hasta cortinas. Estos se aplican de forma periódica, en intervalos cada vez mayores. Así se logra su paulatina desaparición.
Se equivoca si pensó que bastaba con sacudir bien las superficies de las telas, pues, al hacerlo, lo único que sucede es que los ácaros se mezclan en el aire.
Así, las aspiradoras resultan un arma insuficiente para el combate de los ácaros, sobre todo porque sus patas peludas les permiten sostenerse incluso en medio del “vendaval” provocado por la máquina.
Según la revista médica
Se recomienda usar solamente aspiradoras con filtros de agua o filtros HEPA, que bajan la concentración de estos molestos seres.
La lucha contra los ácaros es sin duda una misión difícil, por lo que hay que reforzar las líneas de ataque para quitarles los terrenos conquistados. ¡Manos a la obra!