22/10/12, Guayabos de curridabat, estudio del crtico de cine Mario Giacomelli, en la foto Mario Giacomelli. foto Adrin Arias (ADRIAN ARIAS)
Tal era su fiebre por el cine que, a los 11 años, un tío le recomendó anotar en un cuaderno datos de las películas que iba a ver y de ese consejo hizo su modus vivendi el popular crítico de cine de canal 7.
Mario Giacomelli Rizzato es de las pocas personas que se da el lujo de decir que vive de lo que ama.
Y, además, se lo toma muy en serio porque, como él mismo dice, se “receta” una película todos los días, esa es la fórmula del Doctor Cine y la aplica el propio Giacomelli, quien no se ha naturalizado tico pese a que vive aquí desde hace 25 años.
Así es como alimenta su espíritu cinéfilo, que descubrió apenas a los cuatros años cuando vio una película de ciencia ficción y cuya pasión heredó de su padre, un cirujano otorrinolaringólogo.
En enero de 1986, vino de vacaciones junto a cuatro amigos; no tenía la menor idea de donde quedaba Costa Rica ni mucho menos sabía cómo era.
Luego del servicio militar, un excompañero de cuarto lo llamó desde Roma para invitarlo al viaje que, a la postre, cambiaría su vida. A los 40 días, regresó a la casa de sus padres pero con un tiquete de regreso a Tiquicia.
“Sin el apoyo de mis padres hubiera sido imposible venirme”, sentencia el italiano de 1,87 metros y casado en segundas nupcias con Laura Gutiérrez, entrenadora personal.
Cuando llegó al país, Mario intentó poner una venta de discos, pero luego lo convencieron que no era buen negocio y por eso se inclinó por abrir una discoteca en el centro comercial Cocorí, en Los Yoses, a la que llamó Bear Discoteque. “Bear me decían por el personaje de una película que se llamaba así”, rememora.
El negocio no fructificó y, a los pocos meses, cerró para alquilar el local, Entonces, se avivó el gusanillo que en octubre de 1983 había engendrado, cuando escribía críticas para el periódico Splash , de su natal Padua (norte de Italia).
Su primera crítica fue de un concierto de rock y, desde entonces, mucha agua ha pasado bajo el puente. Este amante de la música progresiva y cocinero ocasional de pasta nos habla desde su butaca favorita, en la oficina de su casa.
--¿De dónde viene de su pasión por el cine? --De mis papás; ambos son muy cinéfilos, me fomentaron el hábito de ir al cine todas las semanas, aunque eso cambió y ahora veo una película diaria, ¡eso es lo que recomienda el Doctor Cine para vivir bien! Realmente, soy un adicto al cine; si pasan dos o tres días sin ver una película me da una comezón en todo el cuerpo.
--¿Cuándo supo que lo suyo sería la crítica de cine? --Tenía cuatro años cuando vi con mis papás 2001: Odisea en el espacio , que me flechó sin entenderla. Desde ahí, empecé a desarrollar un interés inusual por el cine y ya cuando tenía 11 años, un tío me dio la idea de que anotara en un cuaderno el nombre de la película, el director, los actores y agregaba una pequeña crítica; mi mamá todavía guarda esos cuadernos.
--¿De dónde saca uno tiempo y recursos para ver unas 30 cintas al mes? --Ahora, es fácil por los videoclubes, Internet, cine, cable; si uno quiere puede ver películas las 24 horas. Mi día de ver cine son los viernes; veo por lo menos dos cintas. Trabajo de freelance , por quien pague por mis servicios, que en este momento es canal 7 y la revista Mundo Cinematográfico, que se distribuye en cines.
--¿Cuál es la mejor hora para ver una película? --En la mañana, está uno más fresco y con los sentidos más activos, pero no siempre se puede. Por eso, me encantan los festivales de cine porque uno empieza a ver películas desde las 8 ó 9 a. m. La tanda de 2 ó 3 p. m. es muy conveniente, hay menos gente y uno se concentra mejor.
--¿Cuándo fue la última vez que pagó una entrada al cine? --¡Caramba! Por mi trabajo, tengo carta abierta para entrar a los cines, sino sería una renta, pero no recuerdo cuándo fue la última vez, probablemente sea desde mis tiempos como comentarista para el Semanario Universidad .
--¿Es de los que come palomitas? --¡No, qué va! Porque voy a trabajar y normalmente hago anotaciones, pero en general no me gusta comer, a lo mucho me tomo un café capuchino.
--¿Alguna vez le han negado la entrada a una sala por una crítica dura? --No, he tenido experiencias con empresarios molestos por una mala calificación, pero nada que no se haya podido resolver bien. Hace muchos años, llegué a un acuerdo con los distribuidores de que mis críticas las iba a hacer una semana después de los estrenos, que es lo lógico porque no siempre se tiene la oportunidad de verlas antes.
--De las películas recientes, ¿cuál recibió un puntaje de 1 (considerado como malo) y cuál 10 (excelente)? --A Resident Evil 5, la venganza le puse un 1 y ya me regañaron en el Facebook por eso. Por el contrario, El árbol de la vida es de las mejores que, recientemente, han salido.
--¿El tico es muy cinéfilo? --Diría que sumamente cinéfilo y fue de las mayores cosas que me impresionaron cuando llegué a este país. Es un público generoso que, aunque la película sea mala, si lo hace reír un par de veces, lo agradece. Por eso, en mis talleres de crítica de cine, trato de estimular a mis alumnos a que asuman una posición activa frente a una película.
--¿Por qué nunca se inclinó por estar detrás de cámaras? --Lo intenté cuando tenía 17 años. Mi papá me prestó una cámara de video Super 8, pero cuando mandé a revelar el rollo estaba todo en negro. Fue tanta la decepción que mejor dije no.
--De las estrellas de Hollywood que ha conocido, ¿cuál lo impactó? --En realidad, mis ídolos son los directores. Como cinéfilo, una estrella de cine no me impresiona, pero un creador sí, por ejemplo Martin Scorsese. A Clint Eastwood, lo conocí en el Festival de Cine de Venecia, en el 2000, y cuando le estreché la mano me tembló todo el cuerpo, yo me dije: “Así debe ser como siente un cura cuando saluda al Papa”; lo respeto mucho como director, pero también es uno de mis héroes de infancia.
--¿Cuáles de las mañas de los ticos adoptó? --La forma de conducir.
--En su casa, ¿se come más italiano o tico? --Italiano, por lo menos una vez al día comemos pasta o risotto . A mis hijos les encanta que le haga espagueti con aceite de oliva y queso parmesano. De la comida tica, me encanta el pinto, pero jamás en la mañana; para mí, el pinto es para almorzar Lo que, definitivamente, no me gustan son las tortillas de maíz.
--¿La ciencia ficción o el drama? --Me gusta ver de todo; entre más variedad, mejor; las novelas de ciencia ficción son mis lecturas favoritas, así que tengo una predilección por las películas de ese tipo. El chiste de mi profesión es que siempre disfruto de las películas; para mí, el secreto es el equilibrio entre el disfrute y el trabajo. Soy de los que cuando veo una película de un 9 o un 10, tiendo a observarla para disfrutarla; El árbol de la vida la he visto cuatro veces.
--Cuando no está en algo de cine, ¿qué hace Mario? --Trato de pasar mucho tiempo con mis hijos; soy muy casero, leo historietas y escucho rock progresivo y jazz .
--¿Cómo se cuida? --Ahorita, estoy a dieta porque hace menos de tres meses llegué a pesar por tercera vez en mi vida 100 kilos. ¡Es que engordo con una facilidad increíble!
--¿Cómo aprendió el español? --Nunca he ido a una clase de español; todo lo he aprendido en la universidad de la vida; la gramática la he pulido escribiendo y leyendo. Los primeros artículos los escribí con errores, pero siempre tuve la dicha de que un corrector me ayudaba. Cuando llegué aquí, sabía una que otra frase o palabra que aprendía de las películas.
--¿Su primera crítica se la rechazaron en el Semanario Universidad ? --Fue sobre la película Aliens, el regreso y don Carlos Morales, quien en ese entonces era el director del semanario Universidad , me la publicó como una carta. Luego, me fui con los artículos que había publicado en Italia para pedirle a don Carlos que me permitiera seguir haciéndolo, pero como crítico de cine. Me advirtió que no me podían pagar, pero eso no me importó; quería darme a conocer.
--¿Cuánto sirvió en el Ejército? --15 meses. Ingresé a los 18 años, cuando era obligatorio, incluso llegué a ser subteniente; es más, sigo ostentando ese grado. El servicio lo hice en la frontera entre Italia y Yugoslavia, pero nunca me correspondió enfrentar ninguna situación, pese a que era instructor de un arma antitanque que disparaba un misil.
--¿Alguna vez se ha “agarrado”? --¡Nunca! Es lo bueno de haber sido militar, que uno aprende a controlarse; además, no me gusta la violencia.
--¿Se siente “famositico”? Vivo muy agradecido con el pueblo de Costa Rica que me ha recibido muy bien; cuando grabo en los cines, siempre hay alguien que se quiere sacar una foto conmigo o me pide un autógrafo; es parte de la magia que tienen los ticos.
--¿Y alguno de sus tres hijos heredó los genes cinéfilos? --Federico, es mil por mil cinéfilo; cada vez que hay películas para todo público me pide que lo lleve ¡y viera como la pulsea para que lo lleve a ver películas para más grandes!
--¿Cuántas películas tiene en su colección personal? --Como 4.000, de las cuales tengo unas 150 en lista de espera para verlas. Hay muchísimas que he comprado el DVD aunque la haya visto en el cine; es como un vicio que tengo.
--¿El cigarrillo lo sigue tentando? --Fue una maña que se me pegó en el servicio militar a los 19 años y tengo como ocho años de haber dejado el cigarro. Recuerdo que para un Día del Padre, cuando mi hijo Federico tenía un año, me obligué a hacer un esfuercito, pero es un demonio con el que lucho a diario, sobre todo después de una buena comilona'
--¿Y con licor cómo se lleva? --Hace seis años dejé de tomar; me gustaba mucho el Cacique, pero un buen día me desperté y también lo dejé, en todo caso no era de tomar mucho.
--¿Por qué no se ha nacionalizado? --No sé, tal vez porque nunca lo he necesitado, aunque soy residente permanente. 1