La baja en la gasolina, el gas licuado y los pasajes de autobuses urbanos e interurbanos durante julio, se tradujo en una variación del -0,30% en el nivel general del índice de precios al consumidor (IPC).
Según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), con este ajuste la variación acumulada de los primeros siete meses del año es del 2,35%, cifra menor al 3,13% del mismo periodo del 2011 y al 3,75% del 2010.
La canasta de consumo del IPC, utilizada para estimar la inflación, está conformada por 292 bienes y servicios, de los cuales un 54% subió de precio respecto al mes anterior, 34% presentó una disminución y el restante 12% permaneció sin variación.
En julio, el grupo de consumo que tuvo mayor influencia en la variación mensual del índice fue el de transporte. También los alimentos y las bebidas no alcohólicas presentaron precios más bajos en el mes de julio.
Pese a que el precio de la gasolina subió un 11,45% hasta julio, la disminución durante ese último mes pesó a la baja en el cálculo.
En el caso del transporte público, la rebaja en las tarifas la originó una orden de la Sala Constitucional, que anuló el proceso mediante el cual la Aresep había aprobado el modelo de ajuste utilizado para fijar nuevas tarifas.
Presión externa. En la revisión del programa macroeconómico, el Banco Central mantuvo su pronóstico de inflación para este año en el rango de 4% al 6%.
No obstante, en el sector industrial se mantiene la preocupación por el alza que podrían experimentar los precios internacionales de los granos.
“No se trata de un aumento temporal, no es una simple coyuntura de precios, existe un problema estructural de fondo. Los nuevos precios podrían enfrentarse por largos periodos hasta tanto no se incremente la disponibilidad de los granos en el mercado internacional”, explicó Jorge Calderón, gerente de asuntos corporativos de la firma Cargill.