Estados Unidos suele confiarle su representación en San José a diplomáticos de poco o ningún rodaje: Mark Langdale, Peter Cianchette y la actual embajadora, Anne Andrew, llegaron a nuestro país con cero kilómetros de experiencia en el Servicio Exterior.
El Departamento de Estado es más riguroso con otras naciones. Sin embargo, según sus disposiciones internas a Costa Rica sí puede enviar diplomáticos con la mochila vacía, al tratarse de un país estable que no genera conflictos. Es una excepción que aplica para muy pocas capitales en el mundo.
Los inexpertos embajadores en San José firmaron cientos de cables filtrados a La Nación por la organización WikiLeaks. La mayoría de las 827 notas detallan al final quién redactó el texto; solo en algunos casos el autor es desconocido.
Pero no siempre es el embajador de turno quien suscribe los comunicados. En muchas ocasiones, lo hace el Jefe de Misión (segundo de a bordo), como Peter Brennan, quien sí es un diplomático experimentado. También aparecen nombres como Laurie Weitkerzon y David Henifin, de menor rango.
Las entrevistas para obtener información estaban a cargo de representantes de la Embajada identificados en los cables como Poloff (funcionario político) o Econoff (funcionario económico).
Es una red omnipresente que se cita con personas de toda la vida pública del país. Además, se apoyan en información que suministran otras oficinas estadounidenses con presencia en Costa Rica, como la Agencia Antidrogas (DEA).
También hay cables que aluden a nuestro país pero salieron de otros sitios. Por ejemplo, Washington enviaba cuestionarios para preguntar sobre temas como Cuba y los candidatos a la Presidencia.