El derrame petrolero del golfo de México contaminó una franja vital de hábitat alimentario de los tiburones ballena –los animales marinos más grandes del mundo– y posiblemente mató a algunos de ellos, sugiere una investigación.
Se estima que 4,9 millones de barriles de crudo se derramaron en un área del sur del delta del río Misisipi, donde ha ocurrido un tercio de todos los avistamientos de tiburones ballena en el norte del Golfo de México de los últimos años, afirman los científicos.
El animal de 13,5 metros, que sigue siendo casi un misterio para los científicos, es considerado una especie vulnerable por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).
“El impacto de este derrame se presentó en el peor momento y ubicación posible para los tiburones ballena”, dijo Eric Hoffmayer, biólogo del Laboratorio de Investigación de la Costa del Golfo de la Universidad del Sur de Misisipi.
Los avistamientos confirmaron que los animales no pudieron evitar la capa aceitosa superficial, donde el gigantesco pez pasa alimentándose entre siete y ocho horas diarias. El petróleo pudo haber tapado sus agallas, sofocándolos, o contaminado su alimento, aunque no se encontró ningún tiburón ballena muerto, destaca Hoffmayer.
“Hemos visto fotos aéreas de animales nadando en una gruesa capa de aceite a pocos kilómetros del venero”, afirmó Hoffmayer, quien es becario Waitt de la National Geographic Society.
“Al final de cuentas, si estos animales se alimentaban en un área donde hubo petróleo en la superficie, y si lo ingirieron, hay muchas posibilidades de que perecieran y se hundieran. En este momento no tenemos idea de cuántos animales han sido impactados”, destaca.
¿Tóxico? Aunque la mayoría del petróleo del Golfo ha desaparecido de la superficie, el derrame no se ha ido y los científicos siguen intentando descubrir el alcance de sus efectos invisibles sobre la vida marina. Los tiburones ballena filtran mucha agua a través de su boca y agallas –poco más de 600.000 litros de agua por hora– y se alimentan de plancton y peces.
Nadan con la boca bien abierta para chupar agua rica en plancton, que después expulsan por las agallas, conservando únicamente pequeñas porciones de comida.
“Sin lugar a dudas, absorbieron contaminantes, incluso en forma dispersa. ¿Eso se acumula en sus tejidos y afecta su salud?”, cuestiona el biólogo Bob Hueter, director del Centro de Investigación de Tiburones del Laboratorio Marino Mote, en Sarasota, Florida.
Para contestar esa pregunta, muchos científicos buscan la presencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos y otros contaminantes del petróleo en la sangre y tejido de los tiburones ballena del golfo de México.
“Probablemente se requerirá de años para ver el efecto del petróleo sobre la salud y la fisiología de estos animales”, acota Hueter.
Nuevos territorios. Los científicos esperan que marcar a los animales los ayudará a descubrir si el derrame afecta su comportamiento en los próximos años.
Pero algunas observaciones sugieren que los tiburones ballena han alterado algunos de sus hábitos. El avistamiento de tiburones cerca de la costa de Florida ha llevado a especular que estos y otras grandes especies marinas pudieron haber sido desplazadas por el crudo y pudieron haberse mudado a aguas más prístinas.
Durante los meses de verano posteriores al derrame, científicos del Laboratorio Mote comenzaron a registrar repetidamente observaciones de animales grandes cerca de la costa, como tiburones ballena, que típicamente se encuentran en aguas mucho más profundas próximas a la plataforma continental del este del Golfo.
“Este verano hubo cifras inusuales de avistamientos de especies de tiburones en la Plataforma Occidental de Florida, incluyendo tiburones ballena en mayor número de lo que estábamos acostumbrados a ver”, destaca Hueter.
Estos animales pudieron haberse desplazado al este para escapar del petróleo, aunque nadie puede garantizarlo.
El equipo marcó a varios animales para rastrear sus movimientos futuros en aguas aceitosas y ver si el desastre causa cambios en su estilo de vida.
Peligro aún desconocido. Un problema es que nadie sabe a ciencia cierta adónde se ha ido la mayor parte del petróleo dispersado, o en qué forma existe. Por ejemplo, los resultados preliminares sugieren que se asentó en el lecho marino o que sigue suspendido en plumas submarinas remanentes. Y lo que es más, los tiburones ballena pueden encontrarse en todas partes de la columna de agua, desde la superficie hasta las profundidades, por lo que se dificulta señalar su posible exposición al petróleo.
“Entre 230 y 380 millones de litros de petróleo siguen ahí, en algún estado, y lo único que sabemos es que no están en la superficie”, precisa Hoffmayer. “Con esta idea de persistencia de petróleo sumergido, desconocemos qué peligro existe para los animales”, acusa.
“Esperamos poder decir algo sobre los avistamientos en los próximos años, ya sea que los tiburones ballena parecen haber sido impactados fuertemente o que tuvimos suerte y están bien”, señala Hoffmayer.
Muchas migraciones. Conforme los científicos aprenden más del esquivo tiburón ballena, ya han descubierto que los impactos del desastre podrían tener mayores repercusiones que lo que se pensaba apenas hace unos años.
Eso se debe a que poblaciones de tiburón ballena aparentemente dispares, desde el Caribe y Centroamérica hasta el Golfo de México, de hecho están profundamente conectadas, según Rachel Graham, reconocida investigadora de tiburones del Programa Gigantes del Océano, de la Sociedad de Conservación de Vida Salvaje.
Graham, quien ha rastreado tiburones ballena desde hace 13 años, tomó una foto de un tiburón en Belice que posteriormente apareció en Tampa, Florida.
Otro animal identificado acústicamente en México fue grabado por un receptor submarino en Bright Bank, en el norte del Golfo.
Un total de 16 tiburones marcados recientemente por Graham con identificadores satelitales se están dispersando en el Golfo desde México, y podrían ir a la zona del derrame.
“Una de mis preocupaciones es que cualquier cosa que les pase en el norte del Golfo, donde ocurrió el derrame, impacte a la población en toda la región”, considera.
“Es una población bastante grande. Y está en riesgo porque únicamente hablamos de cientos, o tal vez algunos miles, de animales en la región, no hablamos de cientos de miles. Debido a su tamaño, los tiburones ballena requieren de mucha comida para sobrevivir, y su alimento preferido –como lo es la hueva de pescado– es estacional y se concentra en un área chica, y los mares ciertamente no pueden sostener millones de estos animales enormes”, afirma.
Aún así, hay un lado bueno: los avistamientos múltiples de tiburones ballena sugieren que en el norte del Golfo de México hay más animales de lo que se creía posible, según Hoffmayer.
“Hasta este punto ha sido un verdadero éxito”, destaca Hoffmayer. “Pero en lo que respecta a los impactos de este derrame, simplemente todavía no sabemos”, agrega el científico.