Valentina Marenco y Rodolfo Seas, nuevos directores de la compañía UNA Danza Joven, trabajan para que los estudiantes de la carrera de Danza, de la Universidad Nacional (UNA), no solo aprendan a bailar bien, sino que conozcan las implicaciones de hacer un espectáculo.
Para esto, los jóvenes no solo se limitan a perfeccionar sus movimientos, sino a colaborar en detalles de producción, e incluso en la elaboración del vestuario.
La idea es que, al graduarse, ellos sepan cómo desarrollar sus propios proyectos y, con esto, poco a poco se apropien de UNA Danza Joven como su espacio para bailar y crear, aseguró Valentina Marenco.
Sobre sus propuestas y esta nueva etapa de trabajo, los artistas hablaron con Viva.
Asumen la dirección luego de siete años de estar al mando de la coreógrafa Nandayure Harley. ¿En qué estado encontraron a UNA Danza Joven?
Rodolfo: UNA Danza Joven fue dirigida con bastante éxito, tenían un buen repertorio y la colaboración de otros coreógrafos. Nosotros asumimos y queremos darle un enfoque de más motivación a nuevas tendencias en danza, que los estudiantes estén en contacto con otras instituciones educativas; adicionalmente, queremos cambiar las giras a las comunidades, no solo ir a bailar sino hacer un mayor impacto en ellas.
¿Qué debilidades encontraron en la compañía?
Rodolfo: Para nosotros, esto fue un reto totalmente nuevo. Teníamos que conocer a los profesores, enfrentarnos a la estructura burocrática de la universidad y lidiar con un presupuesto que no se actualizó desde que inició UNA Danza Joven en el 2003 (actualmente la agrupación cuenta con ¢500.000 para ejecutar toda su temporada anual y sus giras).
Valentina: Otra debilidad es que esta es una población que cambia, porque en el primer año comienzan 30 muchachos a estudiar y puede que 20 terminen la carrera. En cuanto al presupuesto, tenemos el apoyo de la UNA, pero para hacer las producciones hay que hacer magia.
En el país ya hay otras instituciones que forman bailarines, como el Taller Nacional de Danza, e incluso el proyecto Danza Abierta de la UCR. ¿Se han convertido ellos en competencia para la UNA?
Rodolfo: No. Yo creo que en la danza la formación no tradicional es válida para todo el mundo (...). Hay mucha población de bailarines que requieren un estímulo y estas instituciones son válidas cuando los muchachos no pueden llegar a la universidad.
Valentina: El hecho de que haya otros grupos es positivo; la diversidad genera una competencia constructiva y fortalece al medio. Las tres opciones estatales son fuertes a su manera.
Uno de los intereses dentro de lo que queremos hacer es vincularnos más con estas instituciones no estar aislados, sino compartir los procesos.
¿Qué diferencia a UNA Danza Joven de otros proyectos similares?
Rodolfo: UNA Danza Joven tiene características bien particulares: nosotros abarcamos todos los niveles de la escuela de danza, que son bastante grandes (25 personas cada grupo como mínimo); además, tenemos otra característica y es que somos un proyecto del programa de estudios de la UNA.
UNA Danza Joven no ha tenido un papel protagónico en actividades culturales del país. ¿Qué harán para mejorar eso?
Rodolfo: El problema más grande que tenemos es la gestión; nosotros, por nuestros horarios y nuestras actividades, nos concentramos en la producción de nuestros espectáculos.
Actualmente estamos abriendo la posibilidad a todos los académicos y estudiantes de la universidad para que presenten las propuestas que podríamos llevar a festivales como el de Coreógrafos.
Valentina: Tenemos que seguir trabajando en darle más presencia al proyecto. La UNA trabaja mucho en la proyección a las comunidades y eso queremos reforzarlo.
¿Cuáles son las prioridades de su administración?
Rodolfo: Queremos trabajar en la motivación y la toma de responsabilidades de parte de todos los estudiantes y académicos. Este es un proyecto que, si bien coordinamos Valentina y yo, requiere la ayuda de todos para llevarlo adelante.
“Le estamos dando la libertad al estudiante de hacer propuestas coreográficas, de talleres que queremos a llevar a comunidades. En las producciones queremos que los muchachos asuman vestuario, que sean asistentes desde producción... Ellos deben aprender a hacer todo desde hacer una carta para pedir ayuda hasta bailar”.
Valentina: Es un reto grande. Mi mayor anhelo es que los estudiantes se apropien del proyecto, que lo vean como su espacio, que vean que ahí bailan y comparten con la comunidad, queremos que encuentren su espacio de expresión.
¿Hacia dónde quieren llevar la compañía?
Rodolfo: Queremos motivar a los estudiantes para que cuando salgan de la escuela quieran seguir trabajando con ella. Adicionalmente, queremos formar a los estudiantes para que sepan aprender a usar recursos como Proartes y Becas Taller para que les ayuden a independizarse. Ellos no pueden graduarse y sentarse a esperar que los llamen de compañías.
Valentina: Yo visualizo el proyecto con mayor proyección. Queremos ver cómo hacemos una proyección internacional, que ellos se puedan proyectar en la región centroamericana.